martes, 25 de junio de 2013

El Kirchnerismo, actor principal y excluyente de la política nacional - La despedida de Mauricio y el debut de Massa


 


Por Artemio López

El cierre de listas de postulantes para las elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias del 11 de agosto deja en claro un escenario electoral donde se juega, además, la proyección para las presidenciales de 2015. El peso del electorado de la Provincia de Buenos Aires es clave y es ahí donde se dirimen los protagonismos actuales y futuros.

 La primer observación y la de mayor valor analítico tras el cierre de listas de precandidatos para las elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias es que con la aparición de Sergio Massa en Buenos Aires, que obliga a la moderar las legítimas pretensiones del sciolismo en el armado de listas bonaerenses, va quedando claro que la perspectiva nacional de cara al año 2015 tendrá al kirchnerismo liderado por Cristina Kirchner como actor principalísimo y casi excluyente con o sin reelección de la Presidenta y tras 12 años de gobierno.

Por otra parte, la candidatura “estelar” de Sergio Massa en Buenos Aires también señala que, al menos en territorio bonaerense, no hay posibilidad de construcción de una alternativa antikirchnerista furiosa como plantean los grandes medios opositores y lo políticos por ellos editorializados.

Se trata sin duda de una gran apuesta la del Intendente de Tigre que deberá ganar esta elección si es que quiere mantener sus expectativas de disputar la provincia en 2015, ya no frente a los viejos políticos bonaerenses, sino confrotando con una nueva generación de kirchneristas con gestión distrital como respaldo y que, adicionalmente, tras las elecciones legislativas de 2013, irán cobrando volumen provincial con chances ciertas de derrotarlo en su segunda participación electoral bonaerense, luego de la de junio del año 2009 , integrando las listas del FPV.

"Cualquier fuerza que quiera ser una alternativa electoral realmente existente a nivel nacional debe ser competitiva en tierras bonaerenses sí o sí."

Así las cosas, tras el cierre de listas de precandidatos, el FPV conducido por Cristina Kirchner volvió a mostrar  que es la fuerza de mayor volumen y protagonismo nacional y, a contrario sensu, tal vez nunca antes desde mayo de 2003, la oposición mostró un nivel tan notable de fragmentación como en esta selección de precandidatos, aún superior al de octubre de 2011. Hasta Domingo Felipe Cavallo se da el lujo de marchar con su propia lista.

La excepción a esta regla de fragmentación creciente pareciera ser la coalición entre la UCR y el partido Socialista, que seguramente se consolidará como la segunda minoría a la hora del recuento nacional, pero en niveles muy similares a los obtenidos en octubre de 2011 sin chances de competencia nacional sólida

Capitulo aparte merece el PRO, la fuerza predilecta de los medios opositores metropolitanos, también ellos grandes derrotados en la selección de precandidatos.

Tras conocerse la ausencia de precandidatos expectantes en la Provincia de Buenos Aires por parte de la fuerza que lidera Mauricio Macri, en términos prácticos, el PRO se despide de cualquier intento presidencial, lo mismo que la "disidencia peronista", con su figura nacional recluida en la provincia de Córdoba y con algunos referentes gremiales insertos en la magullada lista de Francisco De Narváez, que escarmentó una vez más como ya sucedió en octubre de 2011 que el escenario del año 2009 solo existe en su imaginación.

Para entender por qué el PRO ha concluido su experiencia como alternativa nacional, observen los mapas adjuntos a esta columna (galería de imágenes). La determinación del aporte de votos positivos que se muestra en cada distrito se realizó tomando en cuenta el promedio de los niveles históricos de voto negativo (anulado, impugnado y blanco) y la magnitud del ausentismo en cada distrito nacional, registrado en las elecciones realizadas desde la recuperación democrática para elegir fórmula presidencial. Los resultados son muy contundentes: el 38,1% del voto positivo nacional se concentra en Provincia de Buenos Aires Dicho de otra manera, de cada 100 votos positivos nacionales, 38,1 se generan en la Provincia de Buenos Aires, 8,8 en Córdoba y 9 en Santa Fé, en tanto en Formosa por caso, se genera 1,1 en Jujuy 1,3 y en San Juan surgen 1,7.

Peso relativo del voto positivo provincial y regional sobre el total nacional


En este sentido, debe considerarse que , por ejemplo, una diferencia electoral de 5 puntos en la Provincia de Buenos Aires del candidato A, solo será compensada con una diferencia de 24 puntos en el NEA o 20 puntos en el NOA o al menos 9 puntos en la suma de Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos del candidato B. Por este motivo, se afirma que la Provincia de Buenos Aires es madre de todas las batallas y el comportamiento de una fórmula en ese distrito estratégico define de manera concluyente su performance nacional.

Este distrito, entonces, es hoy el vértice electoral del país y sobre él estarán puestos todos los recursos materiales y simbólicos de la campaña electoral de cara a las legislativas de octubre. Del mismo modo, cualquier fuerza que quiera ser una alternativa electoral realmente existente a nivel nacional debe ser competitiva en tierras bonaerenses sí o sí, todo lo demás es literatura fantástica, fotogenia, fuegos de artificio por lo que, insistimos, el PRO, hoy sin candidato bonaerense para las legislativas 2013, encuentra su límite estructural para proyectarse hacia las presidenciales del año 2015.

En síntesis, una primera lectura de los precandidatos permite imaginar un escenario nacional hegemonizado por el FPV, una segunda minoría representada por el acuerdo entre la UCR y el Socialismo y el GEN y el definitivo opacamiento del PRO y el llamado Peronismo Disidente como alternativas nacionales expectable, reducidos a partidos vecinales, con muy escasa proyección nacional, en especial por su ausencia de candidatos competitivos en Provincia de Buenos Aires que, como se observa en los mapas que acompaña esta columna que muestra el porcentaje de votos nacionales que aporta cada distrito y permitirá observar que salvo el FPV y el frente UCR-PSocialista, el resto de la oposición carece de chances nacionales por ausencia de candidatos en distritos claves.

Completo aquí


lunes, 24 de junio de 2013

Para releer el horror nazi: Entrevista a Ian Kershaw

 THE END. Soldados alemanes en las últimas escaramuzas antes de la finalización de la caída del nazismo.
 Por: Andres Hax
El historiador inglés Ian Kershaw ha dedicado la mayoría de su vida adulta a estudiar la era nazi. Hoy, con 70 años de edad ha declarado un cierre a esta labor con su último libro The End (El fin), publicado en 2011 y aún no disponible en Argentina. Ese libro trata el último año del régimen nazi y cuestiona cómo pudo ser, cuando la derrota era tan evidente, que oficiales incomunicados de un mando central, siguieran implementando políticas nazis, en particular la de genocidio. De este tipo de preguntas esta hecha la historiografía del nazismo. El libro de Kershaw que sí esta disponible en Argentina, La dictadura nazi: principios y controversias en torno a la era de Hitler (Siglo Veintiuno Editores), es un detallado resumen de los principales debates historiográficos de este enorme campo académico. Fue publicado por primera vez en 1985, con una edición revisada en 2000 y ahora llega esta segunda edición a la Argentina. Es un mapa fundamental a los principales debates académicos acerca del nazismo. Debates que –como dice Kershaw–, aún no están resueltos. “Más de medio siglo después de la destrucción del Tercer Reich, los principales historiadores están lejos de ponerse de acuerdo sobre algunos de los problemas más fundamentales de la interpretación y explicación del nazismo.” Hablamos con Kershaw por teléfono, para indagar sobre el significado y vigencia de este importante libro que ha sido, por más de una década, un volumen fundamental en las bibliotecas de los historiadores del siglo XX.
-¿Desde que se publicó la última edición revisada de su libro, cuánto ha crecido este tema?
-Creo que uno o dos nuevos temas se han vuelto prominentes, los cuales –por supuesto– no están discutidos en el libro, porque solo han emergido desde 2000. Uno de estos temas es la cuestión del consenso, el nivel de consenso en la Alemania nazi. Tal vez el otro sería el debate sobre la extensión de la complicidad en las políticas nazis sobre instituciones mayores –no solo las económicas, sino que estoy pensando en el gran debate que estalló recientemente acerca de la participación directa del Ministerio de Relaciones Exteriores en las políticas nazis. Esos son dos debates que han surgido en los últimos años.
-Si usted estuviera comenzando su carrera ahora en este campo, ¿cuáles son los temas que aún restan ser investigados?
-Creo que los grandes temas que giran alrededor de la Alemania nazi han sido, en su gran parte, aireados. No puedo ver que haya otro gran tema en el horizonte –aparte de los que acabo de mencionar–. Supongo que siempre hay aspectos de estos temas que necesitan ser explorados más lejos. Si estás hablando de investigaciones detalladas que serían llevadas a cabo por un alumno doctoral, probablemente un aspecto a trabajar sería el trato a los trabajadores extranjeros; algún estudio regional de algunos aspectos del Holocausto –en particular, en áreas de Europa del Este– que no han sido explorados completamente; y después estudios detallados acerca del consentimiento, que podría ser abordado sobre la base de estudios locales y regionales de una forma más coherente que en un enfoque más global.
-¿Su último libro –“The End”–, será lo último que escriba sobre el nazismo?
-Creo que sí. El título, The End , es bastante útil, no solo literalmente, porque trata sobre el fin del régimen nazi, sino que metafóricamente también, como el fin de mis propias investigaciones sobre este periodo. Llevo mucho tiempo en el campo, casi treinta años completos, y creo que ahora es el tiempo de marcar una línea; tengo la sensación de que he tratado todos los problemas mayores de la Alemania nazi. Ahora me estoy alejando. No por completo. El libro que estoy escribiendo ahora es una historia de Europa en el siglo XX, entonces –por supuesto– Alemania juega un gran papel.
-¿Para usted, cuál es la diferencia de escribir historia popular e historia académica?
-Bueno, en los libros que he escrito que uno describiría como historia popular, he puesto mucho énfasis, sobre todo, en la exactitud académica en el análisis. Que yo pueda escribir eso de una manera que la gente ve como amena y que quieran leerlo, eso es una gran fuente de gratificación para mí. Pero no hago una distinción particular entre trabajos más académicos que tienen una audiencia estrecha, y trabajos que están apuntados a un público grande. Porque el trabajo que subyace en ambos viene del mismo rigor analítico. La escritura varía entre una publicación especializada y un libro general, pero aparte de eso es lo mismo. En este caso particular, el libro sobre Europa en el siglo XX, es diferente de los otros libros que he hecho, en el sentido de que no es un estudio especializado de un país, y no está basado en investigaciones primarias de archivo, como todos mis otros libros lo han sido. En este nuevo trabajo, estoy basándome en las investigaciones de personas cuyos países no conozco como historiador.
-Después de todo este tiempo de estar involucrado intelectualmente con el nazismo, ¿ha sufrido algún costo emocional? ¿sueña con las víctimas o con Hitler, por ejemplo?
-No, nunca he tenido ese problema. En otra ocasión me preguntaron si soñaba con Hitler y dije: “No, mis pesadillas son solamente sobre Manchester United cuando pierde un gran partido.” Pero para contestarte de una manera seria, no ha habido un costo personal emocional, como usted dice. Tengo la ventaja de que por más que mi trabajo se dedique a una época muy deprimente de la historia, es muy importante. El hecho de que yo no sea alemán, que no sea judío, que nadie en mi familia haya sufrido directamente por este periodo, probablemente me da un elemento de libertad del costo emocional que el tema podría tener para otras personas. Espero que, aparte de mi obsesión con el trabajo de investigar el periodo nazi, sea una persona normal...
-¿Cómo vive Alemania hoy su legado con el nazismo? ¿Se inhiben de la expresión de fervor patriótico, por ejemplo como cuando juega la selección nacional?
-No. Alemania es el país que, más que cualquier otro, ha luchado sistemáticamente para enfrentarse con los horrores de su pasado reciente. Y cuando comparás a Alemania con casi cualquier otro país –Austria, Italia, España, Japón– entonces su registro de tratar su propio pasado se compara muy favorablemente. Entonces, por ejemplo, el sentimiento en un partido de fútbol, bueno obviamente existe esta sensación patriótica de querer ganar; pero eso es completamente diferente de la sensación neonazi que existe solamente en una minoría pequeña de la población alemana.
-¿Tiene algún temor que algo como el Tercer Reich pudiera volver a ocurrir?
-No, no lo tengo. Creo que en este momento los problemas con la economía global, y en particular en Europa –y especialmente en la eurozona– son ciertamente problemas que provocan gran preocupación sobre la forma en la cual las cosas se están desarrollando. Es decir, no soy autocomplaciente sobre cómo están las cosas. Hay motivos por los cuales estar preocupado por el crecimiento de sentimientos nacionalistas en varios países, el crecimiento de sentimientos en contra de los inmigrantes, y en general sentimientos que no son bienvenidos pero que están teniendo una audiencia política. Incluyendo el racismo. Pero no creo que haya una repetición de lo que pasó en los años ‘30. Alemania, que probablemente fue el único país en los 30 que podría haber causado un problema mayor para la paz europea –quiero decir, había racismo y fascismo por todos lados– era el único país que hubiera podido crear un problema para el continente europeo y amenazar la paz; bueno, pienso que Alemania hoy está a años luz de lo que fue en los años ‘30. Es el país más internacionalista y menos nacionalista que hay. Entonces esa amenaza no existe. No hay una amenaza geopolítica como sí la había en los ‘30.
-No, por supuesto. No pensaba en Alemania, sino que un posible fenómeno fascista y totalitario como el Tercer Reich, pero desde otro país o cultura. Hay gente que teme al islam, hay otros que temen que Estados Unidos caiga en el fascismo…
-Bueno, obviamente vivimos en un mundo extremamente inseguro, y las preocupaciones sobre numerosas amenazas internacionales de grupos terroristas internacionales, o lo que fuera, eso permanece omnipresente. Pero creo que estas amenazas, por lo que podemos ver, parecieran estar contenidas. Tenemos que basarnos en lo que podemos leer, pero creo que es mejor no exagerar la amenaza de organizaciones terroristas internacionales, como Al-Qaeda, porque los países más prósperos –particularmente EE.UU.– parecen, por lo menos ahora, capaces de contener estas amenazas. Y aunque en EE.UU., y en todos los países de Europa, y muchos otros, hay tendencias muy desagradables (hay que reconocer eso, también) no creo que esas tendencias finalicen en el colapso de cualquiera de estos países o en el equivalente moderno de un régimen totalitario o fascista o uno que estuviera en condiciones de amenazar la paz mundial. De hecho, un aspecto llamativo de esta crisis global económica hasta ahora –esto puede cambiar– es que no ha habido un descenso al autoritarismo, como lo hubo en los ‘30. Es un contraste muy llamativo si mirás a estas dos grandes crisis económicas en términos políticos. En los ‘30, el resultado fue un gran surgimiento hacía el totalitarismo, y no sólo en Alemania; y en 2008 eso no ha sido el caso de ninguna manera.
-¿Ha seguido los trabajos de novelistas y cineastas sobre la época? ¿Vio “La caída” o leyó “Las benévolas”, por ejemplo?
-No soy muy aficionado a las artes, en cuanto a este periodo. Leí el libro de Jonathan Littell, pero personalmente no soy muy aficionado a las novelas sobre este periodo. Suelo no leer novelas ni ver películas sobre el tema. Pero me mandaron La caída para hacer un comentario. Me pareció una muy buena película y las menores equivocaciones históricas que tiene no quitan de que sea una representación potente sobre esos últimos días. Pero ¿contribuye algo a la comprensión histórica? No, creo que no.
-Pensando en un lector general, joven: ¿por qué diría que es importante seguir estudiando este periodo histórico?
-Cuando nos alejamos cronológicamente, vemos que el Tercer Reich, la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto fueron los episodios centrales del siglo XX. Y ese periodo, y la enorme revolución que provocó la Segunda Guerra, cambió no sólo a Europa sino al mundo entero. Entonces en ese sentido, yo pienso que una comprensión del mundo presente –para poder entender aquel mundo–, es crucial para tener una comprensión de los eventos que crearon este mundo, que fueron, principalmente, los ‘30 y la Segunda Guerra Mundial.
Fuente: Suplemento Ñ

"Todos los movimientos sociales de nuestro siglo surgirán por Internet":El reconocido sociólogo Manuel Castells analiza las teorías del poder, y el nivel de penetración y horizontalidad de la Web


 



 El teórico español sostiene que vivimos en la era de la "autocomunicación de masas" y destaca que, si bien no hay un control absoluto de contenidos, sí existe un estado de "vigilancia permanente". "La política hoy es mediática", asegura.

 Obsesionado con las diversas manifestaciones del poder y la forma en que se ha valido de las herramientas de la comunicación, a lo largo de la historia, el sociólogo Manuel Castells destaca el nivel de penetración y horizontalidad que tiene Internet en la constitución de nuevos movimientos sociales y expresiones contestatarias. El teórico español visitó la Argentina esta semana que pasó para recibir el título Doctor Honoris Causa de la Universidad de San Martín (UNSAM) y expuso sus análisis en una conferencia sobre "La teoría del poder en la sociedad red", donde habló sobre las formas de ejercicio del poder en lo que denomina la era de la "autocomunicación de masas" y, previamente, contó algunas de estas ideas a la prensa.

Castells expuso que "una de las formas centrales del poder ha sido la construcción del sentido en las mentes humanas a través del control de la información. En la medida en que hay una transformación en la información y la comunicación, hay una transformación en que se ejerce el poder y el contrapoder, también." En ese sentido, el sociólogo propuso que "estamos más inmersos que nunca en ese universo de la comunicación y que los contenidos, las señales, las imágenes que pueblan ese universo son absolutamente determinantes en las formas de poder que vivimos. Por ejemplo, la política hoy es mediática. Lo que no es mediático no existe en política. Al mismo tiempo, se ha desarrollado una forma de comunicación que yo llamo autocomunicación de masas, basada en Internet y redes móviles. Al mismo tiempo que el universo de la comunicación hacía más importante la capacidad de los poderes existentes –económico, militar, político– de penetrar en las mentes de las personas, todos hemos recibido una capacidad de crear imágenes, informaciones en redes horizontales que escapan al control del poder y proyectan imágenes, ideas, posibilidades alternativas", dijo.
Para Castells, los movimientos sociales surgidos a través de la red "son las formas más eficaces de contrapoder que han existido, porque escapan al control de la información, no pueden ser detectados antes de que exploten y están constantemente en evolución. El poder de comunicación es cada vez más importante, tanto en el ejercicio del poder de control sobre las personas como en la capacidad de las personas de sustraerse a ese control y proponer sus propios proyectos transformados en imágenes."
El teórico español propuso una reveladora forma de entender la supuesta dicotomía entre virtual y real. "Lo real es todo", define. "Hoy día, cuando usted está en las redes sociales, es usted. De lo más real que hay en nuestra vida es lo que vivimos en Internet. Y vivimos siempre en un plano híbrido entre los planos de la realidad, de contacto directo y de contacto virtual." Lo mismo ocurre en la conformación de los nuevos movimientos sociales, según Castells. "Empiezan siempre en Internet, en el espacio público de Internet, y siempre se conectan a un espacio público urbano, que ocupan y desarrollan finalmente un espacio institucional. Son tres tipos de espacios pero construidos a través de una autonomía que representa ocupar el espacio en Internet. Lo que suele suceder es que cuando un movimiento no autorizado que representa un desafío al orden establecido ocupa un espacio público físico es relativamente fácil para la policía dispersarlo, pero nunca pueden del ciberespacio, donde sigue existiendo, se reorganiza y toma nuevas iniciativas que se van expresando de otras formas, tanto en el espacio físico como en el virtual."
Acerca de posibles controles de las acciones públicas en la red, Castells planteó que no existe un "control" real, aunque sí un estado de "vigilancia" permanente. "En Internet todos podemos decir lo que queremos cuando queremos y de la manera que queremos. El tema es qué pasa después. Internet no está controlado, pero está vigilado. Eso quiere decir que al mensajero se lo puede identificar, localizar y reprimir. Según los casos, una multa, la cárcel o la ejecución. Pero al mensaje no, entonces el mensaje se difunde y es eterno. Los mensajeros caen, pero no los mensajes. El problema es para los mensajeros. Lo que también prueban las experiencias de los últimos años es que la intimidación no detiene a los movimientos sociales políticos. El hecho de que podamos ser vigilados y, por tanto, reprimidos no detiene a los movimientos sociales, lo mismo que la gente está dispuesta a tomar riesgos en una situación de indignación o presión, de la misma forma, la expresión en Internet es una llamada que tiene riesgos, pero si el mensaje tiene un contenido al que muchas personas son sensibles, se expande rápidamente."
Una de las características más salientes de Internet es lo que se llama "viralidad". Es decir, la posibilidad de que un mensaje se reproduzca a través de la replicación masiva de los usuarios. "No hay ningún tipo de comunicación en la historia con mayor viralidad que Internet. No se puede controlar, se difunde rápidamente y todo depende de cuánto resuena o no en las mentes de millones de personas", dice Castells.
"Sabemos que todos los movimientos sociales de nuestro siglo surgirán así. Por Internet", aseguró Castells, pero aclaró: "No es Internet el que los hace los movimientos. Es la sociedad que utiliza el espacio de Internet para desarrollar esos movimientos. Sabemos que los movimientos de nuestro tiempo nacen en Internet, de forma autónoma, espontáneamente, y no necesitan líderes, porque tienen la capacidad de articulación, de organización y debate propias. Habrá más o menos movimientos, depende de las tensiones, humillaciones y opresiones que haya en cada sociedad y de la capacidad de la clase política de integrar o no esas tensiones." «
 
 
La exclusión de la red, la peor
El sociólogo Manuel Castells considera que lo que se conoce como "brecha digital", que es la distancia entre los que tienen acceso a la tecnología y los que no, está marcada por una cuestión etaria más que económica. "La exclusión de la red es hoy la peor exclusión del mundo en este momento", comienza, y luego describe: "La principal divisoria digital, hoy día, es por edad. Datos y calidad de acceso, pero no el nivel de acceso. Hay 3 mil millones de usuarios de Internet en el mundo, hay 6800 millones de números de teléfonos móviles en activo. Toda la humanidad está conectada, prácticamente. Argentina, por cierto, tiene la tasa mayor de números móviles por persona en el mundo: 125 por ciento. Claro que hay desigualdad en la calidad, en el equipamiento, pero hay menos desigualdad que en el patrimonio y el ingreso. Las sociedades son desiguales, por lo tanto, el que es más tiene mejor acceso a Internet. Pero en el acceso y la difusión la divisoria es por edad. Cuando mi generación haya desaparecido, no habrá divisoria." 
 
 
La clave
VIRALIDAD
"La comunicación en Internet no se puede controlar, se difunde rápidamente y todo depende de cuánto resuena o no en las mentes de millones de personas", dice Castells.
 
 
Doctor honoris causa de la USAM
Es la tercera vez que el español Manuel Castells visita la Universidad de San Martín, en esta oportunidad para dar una conferencia en el Campus Miguelete y recibir el título de Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional de San Martín. Al momento de la entrega del diploma, el rector Carlos Ruta expresó: "Para nosotros esta es una gran oportunidad de hacer un gesto que ponga de relieve la vida de Castells y así subraye sus valores, que son los mismos que los nuestros: una universidad pequeña del suburbio, tratamos de encarnar."

 Fuente: Tiempo Argentino

domingo, 23 de junio de 2013

El neoliberalismo como “proyecto de clase”. Entrevista a David Harvey por Elsa Roulet


 

 Entrevista a David Harvey por Elsa Roulet

Harvey, David. Geógrafo y Urbanista inglés, nacido en Kent en 1935. Ha desarrollado el grueso de su carrera en los Estados Unidos y pertenece a la cátedra de antropología del College University de Nueva York, tras haber enseñado geografía y urbanismo en Oxford y Baltimore durante más de treinta años. Estudioso en profundidad de la obra de Marx, en 1982 publica una obra destacada de teoría económica, Los límites del capital. En 1985 publica dos libros de ensayos sobre urbanismo, La conciencia y la experiencia urbana y La urbanización del capital, y en 1989 aparece La condición de la postmodernidad (publicado en español por Amorrortu), probablemente su obra más conocida, donde investiga la emergencia de la cultura y del arte postmodernos como un efecto de las transformaciones del capitalismo y de la aparición del postfordismo. Además de las obras ya mencionadas es autor de Espacios de esperanza, Akal, (2000) y El nuevo Imperialismo, Akal (2003). Ver en números anteriores de Herramienta, otros trabajos publicados.

En esta entrevista realizada por Elsa Roulet ·· David Harvey retoma el análisis de la crisis del capitalismo, entendida como crisis del “proyecto de clase” que es el neoliberalismo. Evoca asimismo las transformaciones de la clase obrera, la situación en Europa y en EE UU, el papel que pueden desempeñar los intelectuales críticos, y defiende la necesidad de construir una visión utópica si se desea cambiar el mundo.

E. R. - Usted ha teorizado la adopción del neoliberalismo como una transición del fordismo a un régimen de acumulación flexible. ¿Cree que la crisis económica que estalló en 2008 demuestra el fracaso de este modo de acumulación flexible?

David Harvey - Esto depende de la manera en que se define el modelo de acumulación flexible. Si se concibe como modelo para revitalizar el capitalismo en su conjunto, yo diría que sí, pero que ya fracasó desde el principio. Si el modelo se diseñó para concentrar y aumentar el poder de la clase capitalista, y en particular de determinadas franjas de la clase capitalista, ha sido todo un éxito. El crack de 2008 no fue sin duda un acontecimiento especial si se contemplan todos los cracks que han tenido lugar desde 1997: el de Asia oriental y sudoriental en 1998, los de Sudamérica en 2001. Todo ese periodo se caracterizó por breves etapas de crecimientos interrumpidas por otros tantos cracks, pero es indiscutible que estos cracks desempeñaron una función muy importante en la consolidación de una riqueza y poder cada vez mayores en fracciones cada vez más pequeñas de la clase capitalista. Creo que 2008 marcó simplemente un paso más en esta vía hacia la concentración de riqueza y poder. Por mi parte, comprendo el neoliberalismo ante todo como un proyecto de clase, de consolidación y de refuerzo de la dominación. Creo que 2008 no marcó el final de todo esto, una crisis de este proyecto de clase, sino un paso más.

Pero se podría decir que el liberalismo también era un proyecto de clase. ¿Cuál es entonces la diferencia entre el liberalismo y el neoliberalismo?

Creo que la diferencia radica en el hecho de que el proyecto de clase que se planteó a finales de la década de 1960 y comenzó a cristalizar realmente a mediados de la de 1970 estaba mucho más centralizado, en la medida en que el poder se había desplazado significativamente a favor del sector financiero. Este último se convirtió en cierto modo en el agente principal. No ocurrió lo mismo con el liberalismo. En la época del liberalismo se entendía que el sector financiero debía facilitar la actividad productiva y su función era más la de un lubricante que la de un motor del proceso de acumulación. Creo que el neoliberalismo se caracteriza en mayor medida por lo que llamo la acumulación por desposesión, y no por las formas clásicas de acumulación por expansión, por crecimiento, formas clásicas que en determinados periodos no estaban en contradicción con la idea del aumento del nivel de vida de los trabajadores. En muchas partes del mundo, el aumento del nivel de vida de los trabajadores en las décadas de 1960 y 1970 pudo producirse, en una época en que las tasas de acumulación eran muy altas. Era un periodo en que los poderes financieros eran significativos, pero no predominantes. Después surgió esta economía caracterizada mucho más por la desposesión, a partir de los años setenta.

En esta evolución hacia el neoliberalismo, ¿cómo interpreta por un lado el papel de las finanzas y por otro el de la globalización?

Ambas cosas están íntimamente ligadas. La moneda es lo que llamo la “forma mariposa” del capital, que puede volar a donde le dé la gana. Las mercancías son una especie de “forma oruga” del capital: se desplazan, pero lo hacen más bien lentamente. La producción tiende a fijar la “forma crisálida” del capital. Al otorgar más poder a las finanzas, se refuerza la “forma mariposa” del capital, que tiene la capacidad de trasladarse casi a donde le plazca. Creo que ha habido un proceso deliberado de refuerzo de la “forma mariposa” del capital, de modo que ha podido posarse en territorios donde, por ejemplo, el coste de la mano de obra es muy bajo, donde los impuestos son muy bajos. Así, los traslados resultan más fáciles, con el resultado de que esto ha permitido rebajar los salarios de los trabajadores en las antiguas zonas industriales del Norte, de América, de Europa, etcétera. Asistimos por tanto a una desindustrialización de los centros de producción clásicos. Esta desindustrialización se nutre del desplazamiento de los puestos de trabajo a otros lugares y hacía falta algo que la facilitara; ese algo fue la financiarización.

Parece que asistimos a una mercantilización creciente de “bienes immateriales” como las ideas (con el fuerte aumento del número de patentes), la educación, la cultura, así como a una mercantilización de la naturaleza (títulos financieros sobre los genes, la lluvia, etcétera). ¿Cómo interpreta esta tendencia? ¿Qué papel desempeña en esta crisis del capitalismo?

Producimos una cantidad cada vez mayor de plusvalía. Desde hace muchos años existe ya un verdadero problema para encontrar lugares en los que colocar este capital. Lo que ha sucedido en los últimos 30 o 40 años es que el capital se ha interesado mucho más por el aumento del valor de los activos y por la especulación en torno al valor de los activos. Sin embargo, en este proceso se interesa cada vez más por la rentas, como hemos visto en particular con respecto a la propiedad inmobiliaria, la renta de la tierra, los precios del suelo. Y, desde luego, por los derechos de propiedad intelectual. De golpe se ha producido una explosión de lo que se llama el sector rentista de la economía capitalista. El sector rentista siempre ha sido muy importante. Por ejemplo: todo indica que en los siglos XVIII y XIX el dinero que ganaban las clases superiores con el arrendamiento y la apropiación de tierras era más cuantioso que el que sacaban del sector manufacturero. Así que el sector rentista siempre ha sido importante, en particular en la construcción de las ciudades. Y está claro que sigue siéndolo; en determinadas áreas avanzadas del mundo capitalista, los rendimientos de la propiedad de tierras y de activos son muy altos, y la propiedad intelectual es una nueva forma de propiedad, que siempre ha estado presente de alguna manera, pero que ahora ha cobrado mucha importancia. Y si uno puede ganar dinero por el mero hecho de ser propietario de patentes, si uno puede obtener buenos rendimientos del capital sin necesidad de emplear a ningún trabajador, ¿por qué iba a molestarse en producir? Así pues pienso que en el curso de los últimos 30 a 40 años ha habido numerosos signos de que estaba construyéndose un potente sector rentista, con ingresos procedentes de las rentas de toda clase de fuentes: tierra, propiedad de recursos, propiedad de derechos de distinta naturaleza, entre ellos, por supuesto, los derechos de propiedad intelectual. Este sector en su conjunto es ahora mucho más significativo en la actividad capitalista y además no emplea a muchos trabajadores.

Usted ha elaborado el concepto de acumulación por desposesión, que ha suscitado numerosos debates. En ocasiones se ha considerado que es demasiado amplio. ¿Qué conclusiones teóricas y políticas extrae de estos debates?

Creo que en cierto modo era un argumento muy general y que existen diversas clases de desposesión. Algunos han preguntado, por ejemplo, si acaso lo que ocurre en el proceso de producción no es una desposesión del excedente que producen los trabajadores. Es una forma de desposesión, pero no se presta atención a las distintas formas de desposesión que se producen en otros ámbitos, en la circulación del capital. Esto es lo que yo quería formular teóricamente al analizar el circuito del capital. Cuando contemplamos el circuito del capital, vemos que está el circuito de las mercancías, el circuito de la moneda, el circuito de la producción, todo ello está en el segundo tomo de El Capital. Estos distintos circuitos están integrados entre sí, pero cada uno tiene su agente: el circuito de la moneda tiene el sector financiero, el circuito de la producción tiene el sector industrial, el circuito de las mercancías tiene el sector comercial. Entonces la cuestión que se plantea es la siguiente: ¿de qué manera estas esferas distintas reivindican el excedente y cómo se apropian efectivamente de él? Mi tesis es que el sector financiero y el circuito de las mercancías operan según un principio de acumulación por desposesión, porque lo que hacen es utilizar su control sobre las mercancías o su control sobre la moneda para detraer una tasa, una tasa que arrebatan a los trabajadores. Por tanto, en cierto modo la burguesía puede recuperar a través de los banqueros y los financieros todo lo que puede conceder en el ámbito de la producción. Analicemos la cuestión de saber dónde se realiza la plusvalía, por oposición a dónde se produce. Marx explica que se crea en la producción, cosa que no pongo en duda en absoluto. Con lo que no estoy de acuerdo es con la suposición de que, por crearse en la producción, también se realiza en la producción. De hecho, es posible que tan solo una parte muy pequeña de la plusvalía se realice en la producción. Si contemplamos el ejemplo que ya he utilizado y que es el de [la cadena de supermercados] Wall Mart, que es una organización comercial capitalista, veremos que obtiene elevadísimas tasas de beneficio sobre la base de la subcontratación a productores chinos, que a su vez obtienen unas tasas de beneficio muy bajas. Se trata por tanto de una relación de acumulación por desposesión. Podemos ir todavía más lejos con la cuestión que ya he planteado de saber cómo el capitalismo adquiere activos y luego trata de valorizar esos activos. Pues bien, a menudo los roban a los miembros de otras clases. Hay algo así como seis millones de viviendas en EE. UU. que han sido desahuciadas, es decir, seis millones de familias que han perdido su hogar. ¿Qué ocurre con esas viviendas? De momento tienen un precio muy bajo. Han sido adquiridas por grandes grupos capitalistas que las mantienen durante dos o tres años, a la espera de que el mercado se recupere, y entonces se llenan los bolsillos. Viviendas recuperadas al precio de, pongamos, 200.000 dólares por unidad se venderán entonces a 300.000 o 400.000 dólares cada una, siempre que el mercado se relance. Se trata de una actividad especulativa, es lo que llamo acumulación por desposesión. También existen formas de atraco directo cuando se suprimen las pensiones de jubilación, se recortan los derechos a la sanidad, o cuando un bien gratuito producido hasta ahora por el Estado se vuelve oneroso, como por ejemplo la universidad o la educación en general. Yo pude gozar de una educación gratuita en Gran Bretaña, pero ahora los que estudian tienen que pagar. En EE. UU. el coste de la educación aumenta cada vez más, los estudiantes se endeudan y ya existe una enorme deuda estudiantil. Esto también es una economía de desposesión. Lo que deduzco de todo esto es que las formas que adopta la desposesión son muy variadas, y como término general resulta probablemente demasiado ambiguo decir tan solo que “es una economía de desposesión”. Debemos estar más atentos a las formas de desposesión que se producen y dónde se producen. Creo que es buena idea desarrollar una comprensión más sofisticada de las distintas formas que puede adoptar la desposesión, esto es lo que concluyo de los debates. Pero no quiero en modo alguno replantear la idea de que constituye una parte muy importante de la estructura de la explotación en una economía capitalista.

Y políticamente, ¿qué conclusión saca usted de estos debates en torno al concepto de desposesión?

Desde el punto de vista político, lo que deduzco es la idea de la resistencia a la acumulación por desposesión. Que hay mucha resistencia, en todas partes, y que esas formas de lucha forman parte de la dinámica general de la lucha de clases. Esto desplaza el centro de atención de la organización y de la teorización política, alejándolo de lo que a menudo ha sido el centro de atención exclusivo de determinadas organizaciones de izquierda, a saber, la fábrica, para trasladarlo, por ejemplo, a la ciudad. Si contemplamos las estructuras de la explotación en y alrededor de una ciudad, veremos la explotación rentista, la explotación comercial. De este modo empezamos a tener una noción muy distinta de lo que es la política de resistencia a la acumulación capitalista, una vez se integran todas estas demás formas de explotación en el paisaje.

En un artículo publicado en Counterpunch en 2009, usted escribió que la clase obrera no siempre está, y no lo está en todos los países, en condiciones de situarse en la vanguardia de la lucha social y política. ¿Puede desarrollar esta idea?

Hay dos maneras de verlo. Podría decir que la clase obrera, tal como ha sido definida tradicionalmente, no está en condiciones de estar en la vanguardia y que en ciertos casos los movimientos sociales o políticos han estado en la vanguardia. Si examinamos fenómenos como la revuelta zapatista, veremos que no fue una revuelta de la clase obrera, sino una revuelta campesina. Era también una revuelta contra la acumulación por desposesión; y lo mismo ocurre, por ejemplo, con respecto a las guerras del agua en Bolivia, en Cochabamba, donde también se trataba de una lucha contra la acumulación por desposesión. Y las luchas en El Alto, donde una ciudad entera se rebela y destruye el poder presidencial y abre la vía de acceso al poder de Evo Morales. Estos movimientos revolucionarios han sido muy fuertes y potentes, y no se basaron en una clase obrera tradicional. Lo que quiero decir es que si analizamos las dinámicas de la urbanización y nos planteamos la cuestión de “¿quién produce la ciudad, quién reproduce la ciudad?”, y si decimos que todos los que producen y reproducen la ciudad forman parte de la clase obrera urbana, entonces esta abarca mucho más que los trabajadores fabriles, para incluir al personal doméstico, a los taxistas, por lo que tenemos una concepción diferente de la clase obrera. Estoy a favor de cambiar nuestra concepción de quién constituye la clase obrera y de qué tipos de puesto de trabajo son cruciales. Hemos visto ejemplos, he mencionado El Alto, la gran fuerza que tenían sus habitantes para bloquear totalmente la ciudad, lo que de hecho es una huelga general, una huelga en el espacio urbano. Pienso que las huelgas de transportes son muy eficaces; en Francia, por ejemplo, ha habido huelgas muy importantes en los transportes, en la década de 1990 y en la de 2000. Se puede paralizar una ciudad, y paralizar una ciudad es un tipo de instrumento muy eficaz en la lucha de clases. Y no son únicamente los trabajadores de las fábricas quienes van a hacerlo, hace falta que sea la ciudad entera la que secunde esta acción. Por tanto, o bien decimos que “la clase obrera está aquí” y “aquellos” son otros movimientos sociales, o bien cambiamos nuestra concepción de la clase obrera. Pienso que es preferible cambiar nuestra concepción de la clase obrera.

¿Cómo interpreta usted la crisis de la Unión Europea? Parece que estamos asistiendo a un proceso de radicalización neoliberal, justo en el momento en que surgen relaciones neocoloniales entre el centro de Europa y la periferia, en particular con la crisis de la deuda griega.

Me parece que hay que analizar la crisis de la U.E. en términos de clase. No cabe duda alguna de que la creación del euro, por ejemplo, fue una operación muy ventajosa para la clase capitalista, y en particular para las fracciones de la clase capitalista que se hallaban en los sectores más avanzados, en los países más avanzados de la Unión. Tenemos por tanto un ámbito geográfico desigual en el que se produce una unificación, que resulta muy ventajosa para Alemania en particular, aunque no solo para Alemania. Alemania ha ganado mucho con la creación del euro, y cuando se examina lo ocurrido con las economías del sur de Europa en general, y de Grecia en particular... No diré que los griegos no hayan causado por sí mismos algunos de los desastres, al llevar a cabo toda clase de engaños contables, etcétera, pero por otro lado Grecia se ha convertido en un mercado maravilloso para Alemania, que ha podido explotarla al amparo de sus superiores capacidades productivas y de organización. Alemania, en efecto, ha podido aplicar una política de acumulación por desposesión a través de Grecia y reducir la capacidad productiva de Grecia. Y cuando han surgido los problemas, está claro que no había ninguna obligación por parte de ningún miembro de la Unión de ayudar a otro miembro. A partir de entonces se produjo un desarrollo geográfico desigual de la crisis, que se abate sobre las poblaciones y los territorios más vulnerables. Un caso análogo en EE. UU. sería el del Estado de California, que ha conocido dificultades notables, pero que no ha corrido la misma suerte que Grecia porque el gobierno federal ha tenido que pagar el Medicare etcétera, mientras que con respecto a Grecia no existe esta obligación. Asistimos entonces a circunstancias extraordinarias en que la gente se hunde en una penuria total en Grecia, en muchos aspectos a causa de la política de austeridad impuesta por los poderes de la clase capitalista, cuyos intereses principales están concentrados en Alemania y el norte de Europa. Me parece que esta geografía desigual no cambiará a corto plazo. Tampoco percibo ningún cambio de política, por lo que creo que este va a ser un problema duradero para Europa, que no necesariamente se resolverá con la salida del euro de los países del sur. Por tanto, se trata de una especie de dilema permanente que a mi juicio solo podrá resolverse mediante una completa federalización de la base social de la economía, mediante una colectivización de los derechos de pensión y este tipo de cosas, cosa que políticamente es imposible, no creo que nadie votaría por eso.

¿Cree que en estos momentos asistimos a un viraje de tipo keynesiano en EE. UU.? ¿Es posible que el gobierno de Obama se aleje del neoliberalismo y aplique políticas más keynesianas?

EE. UU. nunca ha sido puramente neoliberal, sino bastante keynesiano hasta ahora. Ha sido neoliberal de palabra, particularmente en aspectos como el salario social y la protección social, etcétera, pero jamás ha sido estricto con respecto a la financiación por el déficit. El déficit de George Bush II financió dos guerras, reducciones de impuestos para los ricos y un enorme programa social de acceso a los medicamentos que fue muy beneficioso para las compañías farmacéuticas. Ronald Reagan, que es una de las figuras asociadas al neoliberalismo, era de hecho un keynesiano en materia de defensa y financió la pulseada con la URSS a través de la deuda pública. EE. UU. siempre ha sido un caso particular: su retórica sobre el sector público siempre ha sido muy neoliberal, pero sus prácticas siempre han sido parcialmente keynesianas. Lo que resulta interesante en la coyuntura actual es que el Partido Republicano, que de hecho compartió bajo George Bush este enfoque de tipo keynesiano para hacer la guerra, cuando perdió el poder decidió llevar de verdad hasta el extremo la política de austeridad. Así trata de impedir la posibilidad de un programa ligeramente expansionista, vagamente keynesiano, que preconiza el gobierno de Obama desde el principio. Pienso que están pisando terreno resbaladizo, pues no controlan más que la Cámara de Representantes, y si se puede demostrar a los estadounidenses que lo que impide la recuperación de EE. UU. es la manera en que el Partido Republicano actúa en la Cámara de Representantes, entonces asistiremos en las elecciones de 2014 a la transferencia del poder a los Demócratas, el Partido Republicano estará acabado. Claro que también es posible que esto no suceda, se trata de una situación muy compleja. Creo que hay miembros del Partido Republicano que se dan cuenta de que se hallan en terreno resbaladizo y que intentan cambiar, aunque sin mucho éxito de momento. Hasta ahora nunca se ha dudado en EE. UU. en emplear prácticas keynesianas, en particular la financiación por el déficit, y en ser antikeynesianos en materia de programas sociales, de protección social, y resueltamente antikeynesianos cuando se trata de otorgar más poder a las organizaciones e instituciones de la clase obrera. El neoliberalismo de EE. UU. siempre ha sido sospechoso, su pragmatismo le ha llevado siempre a hacer lo que beneficia a las clases superiores, y ha sido limitado por este criterio. No creo que esto vaya a cambiar gran cosa, aunque pienso que en este momento el gobierno de Obama tiene muy claro que la tasa de crecimiento de EE. UU. es muy baja y que existe la posibilidad de una segunda recesión. Este gobierno, si tuviera las manos libres, apostaría por prácticas expansionistas, hasta cierto punto incluso por prácticas expansionistas que implicaran otorgar más poder a las organizaciones e instituciones de la clase obrera. Creo que la idea de una política ligera y parcialmente keynesiana bajo el gobierno de Obama ya se ha planteado y aceptado, pero no será refrendada por la Cámara de Representantes controlada por los Republicanos, a menos que estos últimos comprendan que esto les llevará a un desastre electoral si la gente percibe que ellos son el obstáculo. Está por ver cómo evolucionan las cosas.

A su juicio, ¿cuál puede y debe ser el papel de los intelectuales o universitarios críticos?

Hay dos cosas. Lo que ocurre en el mundo universitario forma parte, desde luego, de la lucha de clases, es la lucha de clases en el ámbito de las ideas. Por tanto, una cosa que me gustaría que hiciéramos todos es luchar en el mundo universitario por diferentes tipos de producción de saberes, de reproducción de saberes. Los que están fuera de la universidad piensan a menudo que esta es una torre de marfil, pero no es así, la universidad es un terreno de lucha bastante encarnizada. Durante un tiempo estuve tratando de mantener abiertos los espacios en el interior de la universidad en los que pudieran desarrollarse cosas como las que centraban mi trabajo, y es muy duro cuando se hace frente a las presiones de la transformación neoliberal y administrativa de las organizarse en el seno de la universidad, y eso lleva mucho tiempo. Pero creo que también tenemos la obligación de tomar ciertas cosas sobre las que reflexionamos y presentarlas de manera que sean comprensibles para un público amplio, pensando en cómo la gente puede leer esto y extraer sus propias conclusiones. No creo que los universitarios conozcamos mejor el mundo que cualquier otra persona. Mi opinión es que cuando trabajo con organizaciones sociales, estas saben qué es lo que quieren y lo hacen mejor que yo, y no es mi tarea decirles qué tienen que hacer, eso ni se me ocurriría. Pero el momento en que tal vez yo puedo ser útil es cuando quieren saber cómo lo que están haciendo se relaciona con lo que ocurre en el capitalismo, cuál es la relación entre lo que hacen y la lucha anticapitalista. Si quieren reflexionar sobre esta relación, podemos sentarnos juntos y tratar de comprender lo que hacen en relación con prácticas y cuestiones más amplias. Creo que en el mundo universitario tratamos de desarrollar este panorama de cómo funciona la economía, o cómo se aplica la política, y a veces esto es útil para las organizaciones políticas y los movimientos sociales. Así que creo que es preciso mantener abiertos los espacios en el interior del mundo universitario para trabajos progresistas y estrechar lazos con organizaciones sociales para aprender de ellas y que ellas aprendan de nosotros en el proceso de lucha política.

Sin embargo, con las tendencias a la privatización de la educación, en particular de la enseñanza superior, parece más difícil mantener este espacio y esos debates en el seno de la universidad.

Así es. Todos estamos siendo atacados, inclusive en la universidad. Y por supuesto, si contemplamos el proceso de trabajo en el mundo académico, en EE. UU. ahora la mayor parte de la enseñanza corre a cargo de empleados que no tienen un contrato fijo y que viven en unas condiciones económicas muy precarias. Este es otro campo de batalla en relación con las condiciones de vida de las personas empleadas en las universidades. No es una situación fácil, pero ¿qué se puede hacer? Hay que organizarse y luchar, como en todas partes.

¿Cuál es su visión personal de una sociedad socialista, si “socialista” es la palabra adecuada?

Hay varias maneras de construir una visión utópica. Creo que siempre existe la necesidad de tener en mente una visión utópica, de una manera u otra, un lugar al que deseamos llegar, aunque al final no lleguemos, en cierto sentido no importa mucho si se llega o no. Si se tiene una visión, tratando de cambiar las cosas, estas se mueven en una dirección u otra. No tengo un esquema fijo, he escrito uno en el apéndice a un libro que se titula Spaces of hope, una especie de descripción utópica de una sociedad construida durante un periodo de 20 años. Y creo que necesitamos un modo de construcción por la negación. Si se comprenden los aspectos del capitalismo que no nos gustan, ¿qué rechazaríamos, cómo sería una sociedad que ya no funcionara sobre la base del valor de cambio, sino sobre la base del valor de uso, qué formas de coordinación de la división social del trabajo se crearían, cómo se implementaría para asegurar que el abastecimiento de cada uno en valor de uso fuera suficiente, que no se produjeran bloqueos completos ni rupturas, ni penurias? Son cuestiones muy pragmáticas. Es posible por tanto trabajar sobre esta clase de ideas, construir por negación: no queremos hacer esto coordinándonos a través del mercado, queremos hacerlo de una manera distinta, a través de los trabajadores asociados en colaboración, los trabajadores asociados que organizan la división social del trabajo de manera que todo el mundo tenga lo que necesita. Con la informática tenemos la posibilidad de coordinar los inputs y outputs/3 de un modo distinto. Algunas fábricas recuperadas en Argentina funcionan ahora en red gracias a los ordenadores y organizan los flujos de inputs y outputs de manera que comienzan a coordinarse entre sí, pero no se trata de una planificación centralizada, es algo que se organiza en red, sin ningún planificador central. Creo que con las tecnologías que tenemos ahora existen nuevas posibilidades de plantear estas cuestiones de un modo distinto y que podemos construir una visión utópica en la que los trabajadores asociados controlen los medios de producción, se organicen y tomen sus propias decisiones en cada unidad productiva, pudiendo coordinarse entre sí, comunicarse entre sí para responder a las necesidades de todos y todas.


Revista herramienta web 13 - junio de 2013

Estados Unidos quiere reconquistar su "patio trasero"


Por Leandro Morgenfeld

Tras casi una década de retroceder en América Latina, Washington intenta responder a los desafíos y consolidar su hegemonía en la región. A partir de la desaparición de Chávez, la Casa Blanca instrumentó una batería de iniciativas económicas, políticas, militares, diplomáticas e ideológicas.

"América Latina es nuestro patio trasero... tenemos que acercarnos de manera vigorosa". Las palabras del secretario de Estado John Kerry, ante el Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes, el 17 de abril pasado, expresan un objetivo vital de la diplomacia estadounidense. El gran proyecto interamericano para la posguerra fría lo lanzó Bush padre en 1991: la "Iniciativa para las Américas".

La idea era construir una gran área de libre comercio, extendiendo el NAFTA (acuerdo de libre comercio entre EE.UU., Canadá y México) hasta Tierra del Fuego. La apuesta neoliberal del ALCA fue continuada por Clinton y Bush hijo, y derrotada en Mar del Plata a partir del cambio en la correlación de fuerzas y de la aparición de un proyecto alternativo de integración latinoamericana. El desgaste que implicó esta derrota para Washington, más las apremiantes preocupaciones en Irak, Afganistán, Irán, China, Oriente Medio y África, quitaron a América Latina del foco de atención del Departamento de Estado. Ese relativo descuido se prolongó durante el primer mandato de Obama. Simultáneamente, se fortaleció el eje bolivariano, aparecieron nuevos escenarios de integración en torno al ALBA, la UNASUR y la CELAC y se incrementó la presencia de China y otros emergentes extra-hemisféricos.

Desde el inicio de su segundo turno como presidente, Obama muestra claras señales del interés de la Casa Blanca por reposicionarse en la región. A partir de la muerte de Chávez, Washington intensificó su estrategia de recapturar un área que históricamente estuvo bajo su influencia, impulsando las relaciones comerciales y financieras con sus vecinos del sur (terreno en el que viene perdiendo posiciones frente al intercambio intra-regional y a la demanda de otros polos extra-continentales, como China). También busca retomar la iniciativa diplomática y debilitar todo lo posible a sus desafiantes regionales, especialmente el bloque de países del ALBA, con Venezuela a la cabeza. La desaparición del líder bolivariano y principal impulsor de la integración anti-estadounidense, fue entendida por el gobierno estadounidense como una gran oportunidad.

En los últimos tres meses, se aceleraron los tiempos del complejo ajedrez regional. Washington movió vertiginosamente infinidad de fichas: gira de Obama por México y Costa Rica, nueva promesa del cierre de la cárcel de Guantánamo, visita estratégica del vicepresidente Biden (quien es un precandidato a presidente y quiere captar el crecientemente influyente voto latino) a Colombia, Trinidad y Tobago y Brasil, recepción de los mandatarios de Chile y Perú en la Casa Blanca, inminente visita de Kerry a Guatemala, invitación a Dilma Rousseff para una visita de Estado a Washington (única mandataria que tendrá este año ese privilegio, que ni siquiera recibió el premier chino la semana pasada), apoyo a la Alianza del Pacífico -los principales aliados de Washington impulsan esta integración, de matriz neoliberal y afín a la Asociación Transpacífica-, desestabilización en Venezuela a partir de no reconocer el triunfo electoral de Nicolás Maduro (aunque Kerry se reunió en la primera semana de junio con su par venezolano, lo cual podría implicar un giro luego de 3 años de ostracismo en las relaciones bilaterales), impulso al gobierno de Santos para proponer el ingreso de Colombia en la OTAN y recibir al opositor Capriles, negociación para que la DEA vuelva a actuar activamente en Argentina luego de la salida de la ministra de Seguridad, Nilda Garré.

En pocas semanas, la diplomacia de Washington actuó intensamente para reordenar el "patio trasero", luego de una década signada por las turbulencias que supusieron las rebeliones populares, el surgimiento de movimientos anti-imperialistas y la creación de instancias de integración que apuntan a recuperar como horizonte la autonomía, o al menos una inserción internacional de carácter multilateral. Desde el fin de la guerra fría, nunca habían los países latinoamericanos desafiado tan abiertamente la agenda de Washington. Para el Departamento de Estado, contrariado por este inédito desafío regional, ya es hora de volver a poner las cosas "en su lugar".

Históricamente las políticas de Washington hacia el sur del continente, desde que abandonaron las invasiones abiertas con marines en pos de la "buena vecindad", se nutrieron de dos componentes: "zanahorias" y "garrotes". Promesas de ayuda financiera, concesiones comerciales, inversiones e intercambios académicos convivieron históricamente con amenazas, desestabilizaciones, sanciones económicas y apoyos a militares golpistas. Así, para conseguir aprobar el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca en 1947, se prometió una suerte de "Plan Marshall para América Latina". Para lograr los votos que permitieran expulsar a Cuba de la OEA, se lanzó la Alianza para el Progreso.

En esa línea, hoy conviven los ofrecimientos -acuerdos de libre comercio, inversiones, asistencia financiera-, que funcionan como "espejitos de colores" para los gobiernos neoliberales de la región, con las amenazas para quienes confronten con los intereses de Washington: red de bases militares de nuevo tipo, desestabilización de los gobiernos bolivarianos, presión a través de las grandes corporaciones de prensa, financiamiento a grupos opositores a través de ONGs, quita de beneficios comerciales.

Los movimientos sociales y las fuerzas políticas populares de la región están advirtiendo esta nueva ofensiva imperialista, que aprovecha las debilidades del bloque bolivariano para reintroducir la agenda neoliberal. Retomar la integración desde abajo, aquella que hace casi una década logró derrotar el ALCA, parece uno de los caminos que están privilegiando para resistir este nuevo embate.


Marcha - 14 de junio de 2013

Protestas en brasil: una mirada sobre los jóvenes de clase media urbana


 

Por Emir Sader

Quienquiera que busque encontrar interpretaciones acabadas de las movilizaciones de las últimas semanas en Brasil seguramente estará dando una interpretación reduccionista de lo que sucede en las principales ciudades del país. El detonante del movimiento fue el aumento -pequeño en cifras- de las tarifas de transporte público, pero ya en sus comienzos se autodenominaba como “de pase libre”, esto es, reivindicando el derecho al transporte como derecho público y que, como tal, debiera ser gratuito.
"Las manifestaciones revelan el grado y la intensidad de las contradicciones sociales en las metrópolis brasileñas."

Fueron básicamente jóvenes. El principal programa televisivo de debates invitó a dos líderes del movimiento -porque sí, el movimiento tiene liderazgos-, los dos, un chico y una chica, estudiantes de derecho y de historia de la Universidad de San Paulo, por lo tanto, originarios del medio estudiantil. Muy politizados, de izquierda, no antipartidarios, con conciencia de los intentos de la derecha -vía medios de comunicación- de utilizarlos en contra del gobierno.

Las manifestaciones se replicaron prácticamente por todas las grandes ciudades brasileñas -empezando por la rica y con mayores contrastes y dificultades de la vida urbana, San Paulo-, lo que revela el grado y la intensidad de las contradicciones sociales en las metrópolis brasileñas.

Brasil -el país más desigual del continente, más desigual del mundo- en los últimos diez anos atraviesa un proceso formidable de democratización social, que ha cambiado radicalmente la fisionomía de su sociedad, a favor de los más pobres. Sobre eso no queda ninguna duda.

Pero, en ese marco, no hay políticas para la juventud por parte del gobierno federal. Consultados, seguramente la gran mayoría de los jóvenes vota al candidato del gobierno. Pero, sobretodo por los efectos de la mejoría en la situación general de las familias, así como por la existencia de muchos más cupos en las universidades, y también más puestos de trabajo.

Sin embargo, los temas específicos de la juventud no son atendidos por programas dirigidos directamente hacia ella. Ni respecto a la descriminalización de las drogas livianas, ni respecto a la legalización del aborto, entre otras cuestiones.

El mayor líder político que Brasil ha tenido -Lula- no tiene un discurso específico hacia los jóvenes, no dialoga directamente con ellos.

"La oposición -los medios privados, que hacen como de partido da la oposición- pasó de condenar a las movilizaciones a promoverlas de manera desproporcionada, cuando se dio cuenta que podría desgastar al gobierno."

El movimiento logró su primer objetivo, con la cancelación del aumento de las tarifas públicas. Haber logrado conquistar ese objetivo genera más ánimo al movimiento para seguir adelante.

La oposición -los medios privados, que hacen como de partido da la oposición- pasó de condenar a las movilizaciones a promoverlas de manera desproporcionada, cuando se dio cuenta que podría desgastar al gobierno, buscando introducir sus consignas. Así como, desde otro lado, sectores extremistas trataron de terminar con las marchas, con actos generalizados de violencia, con la destrucción de espacios públicos.

El movimiento se encuentra ahora frente a la disyuntiva sobre los próximos pasos. Por su formulación original, pretende poner en debate la gratuidad del transporte público -tema mucho más complicado, porque, entre otras cosas, supondría elevar mucho los impuestos-. Pero el debate del financiamiento de los transportes públicos está planteado, lo cual es otro logro del movimiento.

En las próximas semanas se podrán mensurar los efectos que este movimiento inédito y sorprendente tendrá sobre la política brasileña.

Fuente: Telam

miércoles, 19 de junio de 2013

Una cosa es el gusto, otra la inconstitucionalidad



Los textuales de la argumentación del magistrado, que explica que al introducirse en la Constitución el órgano que selecciona y remueve a los jueces no se establecieron los detalles de su conformación. Sus opiniones acerca de la independencia y la política.

“Nada inhibe a cada magistrado de su incuestionable derecho democrático a disentir con el modelo de elección establecido por la ley y a postular otro diferente, pero ese debate necesario ante la parálisis de una institución indispensable para el funcionamiento del Poder Judicial de la Nación no tiene nada que ver con una inconstitucionalidad manifiesta. Es perfectamente posible que la elección por listas y por partidos políticos genere dificultades, pero también las ha generado la elección estamentaria, cuyas consecuencias están a la vista”, dijo el juez Raúl Zaffaroni en su voto disidente, en el que asegura que la reforma del Consejo de la Magistratura es constitucional.
Zaffaroni señala que la ley recientemente sancionada por el Congreso puede gustar o no, puede tener sus fallas y puede incluso resultar luego igual de improductiva que el mecanismo actual –que llevó al organismo a una parálisis–, pero no es inconstitucional. Para fundamentar su definición, relata el proceso de creación del Consejo de la Magistratura, introducido en la Convención Constituyente de Santa Fe de 1994, de la que él mismo fue integrante.

El Consejo

- “La reforma constitucional se caracterizó por perfilar instituciones sin acabar su estructura. En todos los casos –y en el del Consejo de la Magistratura en particular– se argumentó que una mayor precisión constitucional padecería de un supuesto defecto de reglamentarismo. En el propio seno de la Asamblea de Santa Fe se advirtió reiteradamente el riesgo que se corría con esta novedosa modalidad constitucional, puesto que es inevitable que la política coyuntural ocupe los huecos estructurales que deja abiertos el texto constitucional, con las soluciones que le dicte la circunstancia de poder de cada momento, no por corrupción y ni siquiera por razones contrarias a la ética, sino por la simple dinámica esencialmente competitiva de la actividad política, que irremisiblemente mueve a ocupar todos los espacios de poder que se le ofrecen en cada ocasión. Se corrió el gravísimo riesgo de introducir una institución novedosa sin estructurarla.”
- “El texto constitucional delegó la tarea de finalizar la estructuración del Consejo de la Magistratura en una ley especial sancionada por la mayoría absoluta de la totalidad de los miembros de cada Cámara. En esta línea, tampoco se definió su integración, pues el texto incorporado se limita a indicar los estamentos que deben estar representados, sin señalar número ni proporciones, dado que sólo impone que se procure el equilibrio.”
- “Una institución novedosa, tomada del derecho constitucional comparado, pero separándose de sus modelos originales en forma híbrida y con defectuosa estructuración, dio lugar a que en menos de veinte años fuese objeto de tres reformas regulatorias dispares y profundas. A esto se suma que, en los últimos años, su deterioro funcional llegó hasta el límite de la paralización.”

La ley

- “El texto vigente prescribe la representación de los órganos políticos resultantes de la elección popular, de los jueces de todas las instancias y de los abogados de la matrícula federal. Con esta redacción dejó abierta la integración con representación del Poder Ejecutivo. También deja abierta la posibilidad de que la elección de los representantes de los jueces pueda tener lugar por instancias, o sea, respetando la estructura corporativa vertical, con menor representación de los más numerosos y jóvenes, que son los de primera instancia.”
- “El caso exige un extremo esfuerzo de prudencia para separar con meticuloso cuidado la opinión o convicción personal acerca de la composición y elección del Consejo de la Magistratura de la pregunta acerca de la constitucionalidad de la ley en cuestión. De lo contrario, se excederían los límites del poder de control de constitucionalidad, para pasar a decidir en el campo que el texto dejó abierto a la decisión legislativa, sólo por ser ésta contraria a las propias convicciones acerca de la integración y elección de los miembros del Consejo. Interpretar la representación en el puro sentido del contrato de mandato del derecho privado es una tentativa de salvar lo que el texto no ha salvado. El argumento contrario corre con la ventaja de que la representación estamentaria en la Constitución nacional es una excepción, en tanto que la regla republicana es la representación popular.”
- “Es claro que la ley sancionada por el Congreso nacional no se filtra por los resquicios del texto, sino que penetra por las enormes brechas que éste dejó abiertas a la ley infraconstitucional.”
- “Por desgracia –y a veces por suerte–, como en alguna ocasión dijo Radbruch, las leyes como un navío que el legislador despide desde el muelle y al que ya no puede controlar, navega solo, con las virtudes y defectos del texto. Y el artículo 114 de la Constitución nacional navega solo, con sus enormes carencias estructurales, con su delegación de poder constituyente en el legislador ordinario y con su parquedad, sus oscuridades y su hibridez. (...) Todos quedamos en el muelle, podemos recriminarnos y hasta llorar, pero a lo largo de dos décadas el texto y la institución fueron navegando con múltiples accidentes, chocando con escollos y arrecifes y casi naufragando, hasta el punto de la parálisis que obliga a una reestructuración urgente, pues de lo contrario se acrecentarán las dificultades institucionales que el marasmo en que ha caído la institución ya viene produciendo.”
- “Es perfectamente posible que la elección por listas y por partidos políticos genere dificultades, pero también las ha generado la elección estamentaria, cuyas consecuencias están a la vista. Puede ser que esta nueva estructura esté condenada al fracaso, pero más allá de las convicciones personales –que no son del caso expresar, aunque pueden rastrearse en los antecedentes de la propia Asamblea Reformadora y en publicaciones de la época–, considerando el texto tal como fue incluido en la Constitución, no se le puede negar al legislador el espacio para ensayar una estructura diferente ante una crisis, apelando para ello a una interpretación limitadora procedente del derecho privado. Es factible incluso que se trate de un nuevo error político, pero no todo error político es una inconstitucionalidad manifiesta.”

La política

- “En cuanto a la independencia de los consejeros y su reflejo sobre la independencia judicial, devenida de la necesidad de que los candidatos sean postulados por los partidos políticos, cabe observar que el concepto de independencia es doble: la hay externa, pero también interna, dependiendo la última de que el poder disciplinario, en materia de responsabilidad política y de presión interna del Poder Judicial, no sea ejercido por los órganos de mayor instancia, que es la esencia del concepto de corporación o verticalización. Esta independencia es la que en el derecho constitucional comparado trata de garantizarse mediante un órgano separado, que sería el Consejo de la Magistratura.”
- “En cuanto a la independencia externa, o sea, de los partidos políticos y de los poderes fácticos, que es la que se cuestiona en la causa sólo respecto de los partidos, no es posible obviar que es inevitable que cada persona tenga una cosmovisión que la acerque o la aleje de una u otra de las corrientes de pensamiento que en cada coyuntura disputan poder. No se concibe una persona sin ideología, sin una visión del mundo.”
- “No hay forma de evitar esta identificación, como no sea pretender que existe lo que es inconcebible, o sea, personas sin ideología. Esto se ha puesto claramente de manifiesto en el curso de los años en que ha funcionado, con una u otra estructura, el Consejo de la Magistratura apenas delineado por el articulo 114 de la Constitución nacional. En definitiva, se trata de un problema humano insuperable: estamos lanzados al mundo con significados Y dentro de ellos elegimos existencialmente.”
- “La independencia externa del Poder Judicial nunca se ha sostenido que sea afectada porque los jueces sean nombrados y removidos por órganos de los otros poderes, integrados conforme a partidos políticos. El juez –y en este caso el consejero– una vez designado es independiente de todo partido y no está sujeto a sus órdenes ni mandatos. Si alguno se somete a esta condición, esto no será resultado de la elección, sino de su propia falla ética, al igual que sucede con los jueces, si acaso alguno se considera vinculado o sometido a la fuerza política que incidió en su nombramiento. Nada hay de vergonzante en que un juez exprese sus preferencias; más aún, esto evita que pueda oscilar sin sanción pública, siendo una condición de la exigencia de mínima coherencia y de prevención de conductas erráticas. Dado que nadie existe sin ideología, cabe concluir que la única garantía de imparcialidad humanamente exigible es el pluralismo ideológico interno, donde cada uno sepa cómo piensa el otro y le exija coherencia en cada caso, para lo cual es menester que nadie oculte lo que piensa. No cabe duda de que todo funcionario, del poder que sea, pero más del Judicial, habrá de recibir sugerencias de cualquier índole y con mayor o menor intensidad. Esto es inevitable en cualquier estructura, pero es propio del profesionalismo de los magistrados poder decidir conforme a su conciencia y a su saber.”
Fuente: Página/12

Voto negado, voto cantado





Por Mario Wainfeld
La Corte Suprema resolvió, como se presuponía, la inconstitucionalidad de varios artículos de la ley de reforma al Consejo de la Magistratura (CM, en adelante). Un voto cantado de antemano, exigido por el ulular de la barra brava de abogados y jueces, tanto como por las plateas de doctrina. Anuló, ése era el quid de la cuestión, la elección popular de algunos de los miembros del CM. La consecuencia inmediata es la suspensión del respectivo trámite electoral. Suspensión virtual porque, como se dirá líneas abajo, la profusión de chicanas de las corporaciones de jueces y abogados ya había impuesto de prepo ese veredicto.
La votación de los Supremos fue más drástica que el resultado de Lanús contra River: seis contra uno. La diferencia es que, en ese match, el vencedor le dio una lección al rival. En cambio, el voto del vocal disidente, Eugenio Raúl Zaffaroni, es cualitativamente superior al de sus pares. En el fondo, en la forma, en la calidad de escritura, en el uso del humor (generoso atributo de la inteligencia) y en la lectura histórica.
Les da un baile a las dos vertientes de la mayoría (Enrique Petracchi y Carmen Argibay se pronunciaron con fundamentos propios, ma non troppo). Las deja reducidas a la oquedad, el copy paste y el ritualismo. El defensor juvenil Julián Axat pintó con buena pluma y mejor ojo el discurso de la mayoría: “ninguno de los otros cortesanos destella en sus palabras. Los otros seis jueces teclean burocráticamente el lugar común de una palabra gastada, corporativizada, homogeneizada, previamente tasada y distante”.
La sentencia es, en el plano coyuntural, una derrota política del oficialismo. En espejo, es un triunfo de las corporaciones judiciales y mediáticas tanto como de su retaguardia: la mayoría de la oposición política.
Una mirada panorámica ayuda a relativizar el embate. El debate interno de la Corte y la postura pública de los integrantes de Justicia Legítima (ver nota aparte en página 3) demuestran que la disputa por la “democratización de la Justicia” sigue en pie y en ebullición. Se acrecienta el estado de asamblea dentro del Foro, tan adusto y críptico. La mayoría de la Corte venció, pero no convenció a todos, ni siquiera puertas adentro. Lo suyo fue puro poder. La criticó, hecho sin precedentes, el sector más dinámico, progresista y crítico del Poder Judicial. Un cisma avanza, en un ámbito signado por el silencio y los argumentos de autoridad.
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Inconstitucionalidad fácil: La inconstitucionalidad, invocan sin hacerse cargo los seis cortesanos, es una “ultima ratio” (razón última o recurso extremo, en traducción libre), a la que sólo se echa mano en caso de extrema gravedad. No se trata, anticipa el cronista, de negarles a los jueces esa facultad, como hacen algunos voceros del oficialismo. La tienen, pero su ejercicio es excepción y no regla.
La “cautelar fácil” ha degradado la función judicial en los años recientes, la “inconstitucionalidad fácil” sigue sus huellas frescas. Se olvida que en general (y en caso de duda) prima la potestad del Poder Legislativo, cuando obró en regla. En la mala praxis que la Corte ahondó se asimila (camuflada tras argumentos ladinos) la disconformidad con las leyes con su inconstitucionalidad. Todas las leyes son cuestionables, muchas son pésimas (al menos para algún sector de la sociedad, siempre para los afectados)... pero eso no equivale a la inconstitucionalidad. Reversionando al Papa en un viejo chiste, la Corte transforma el “perche non me piace” en un argumento de autoridad.
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La palabra sagrada y el contexto real: Para llegar a su conclusión deseada, la mayoría acomete un farragoso análisis gramatical del artículo 114 de la Constitución, reformada en 1994. Subvierte la lectura histórica de su génesis. Zaffaroni coloca el debate en su punto estricto.
La Constitución, evoca este cronista, fue consecuencia del Pacto peronista-radical (alias “de Olivos”) convalidado en las urnas. Parida por el bipartidismo, uno de sus objetivos centrales fue perpetuarlo. Lo esencial eran la reelección para el socio mayoritario y los “pagos” institucionales retributivos a la minoría (el senador por minoría, el CM, entre otros). El paradigma que la regía estaba escrito en tinta limón: una paráfrasis de una frase de Ricardo Balbín “el que gana gobierna, el radicalismo acompaña...” y cada socio liga algo en proporción al respectivo capital político.
Por eso –reseña Zaffaroni con ironía y memoria ausentes en sus pares– otros aspectos se legislaron al desgaire. No importaban, se relegaron. En el caso del número de integrantes del CM y su modo de elección, se “reenvió” a una ley ulterior. Los constituyentes, adrede, se abstuvieron de regularlo y lo delegaron al Congreso. En castellano o en conteo de porotos: a la contingente mayoría peronista de entonces.
No se reglaron esos aspectos, ergo no integran la Constitución. El Congreso debe hacerse cargo de ellos, de transformar a un Frankenstein importado de Europa en un bello príncipe. Tres leyes ya lo intentaron, Zaffaroni se lo recuerda a sus colegas. El CM funcionó mal (por decir lo menos) desde sus orígenes, entre otros motivos porque fue mal parido y menos pensado.
Zaffaroni repasa el texto real existente y su devenir mediante esta cita: “las leyes (son) como un navío que el legislador despide desde el muelle y al que ya no puede controlar, navega solo, con las virtudes y defectos del texto. Y el artículo 114 de la Constitución Nacional navega solo, con sus enormes carencias estructurales, con su delegación de poder constituyente en el legislador ordinario y con su parquedad, sus oscuridades y sus hibrideces”. A quienes le enrostran que participó en esa Convención, les recuerda que lo hizo por la minoría, que se oponía al “Núcleo de coincidencias básicas” entre PJ y UCR que se aprobó casi a libro cerrado. Y les subraya que, pese a los reclamos de la minoría, los Constituyentes no mejoraron el pobre texto original, en el que estaban emperrados. Con buenas razones: no era su sed, su “contradicción principal”. Por eso votaron de raje, con vergonzosa urgencia, saltándose algún artículo.
La Corte lee ese pésimo artículo como lo haría un fundamentalista con su libro sagrado. Le hace decir lo que jamás dijo, le impone su traducción en el siglo XXI.
Vaya un ejemplo. El texto dice que el CM será integrado de “modo que procure el equilibrio” entre las distintas formas de representación. Zaffaroni dice que la ambigüedad es deliberada y que no se aclara ex profeso en qué consiste el equilibrio. La Corte resuelve, a puro dogma, cuáles son los números cabalísticos que lo garantizan. Los académicos, pontifican, son subalternos porque están citados en la segunda frase del segundo párrafo: el primero es superior. Ese sector, arguyen, “no está en el centro de la escena”. La expresión es tan poco jurídica que da pena.
Resumamos: la Constitución no prohíbe el voto popular, no fija cupos precisos para cada estamento. No prohíbe eventuales innovaciones, les deja lugar.
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El dueño de la pelota gana siempre: ¿Qué habría pasado si la Corte dejaba sin efecto la floja sentencia de la jueza federal María Romilda Servini de Cubría? No crea que la respuesta es lógica: hablamos de los tribunales. Las elecciones seguirían suspendidas como consecuencia de las cautelares fáciles que prosperaron aquí y acullá.
La mayoría da cuenta de esa paradoja, a regañadientes y sin sacar conclusiones obvias. Esa paradoja aparente revela un escándalo jurídico: los dueños de la pelota (corporaciones de letrados y jueces, en especial) ganaban siempre. Zaffaroni, para variar, señala el desaguisado. Si se reconocía la legalidad de la norma cuestionada, se hubiera producido “una extraña circunstancia que lleva a resolver una cuestión que bien podría considerarse como materialmente abstracta”. ¿Abstracta una sentencia de la Corte? Una prueba más, sin querer queriendo, de la necesidad de una reforma judicial.
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Más allá del revés: La parte más vulnerable de la ley era su urgente implementación electoral. La Corte podía haber optado por ceñirse a anularla, dejando indemne el principio de soberanía popular, que es la regla constitucional. Prefirió una opción política no matizada: ir por todo.
Conviene no extremar las conclusiones. Ni pintar todo en tono de blanco o negro. Servini es una jueza cuestionable, inscripta en la servilleta, fue vertical al menemismo. Pero también dictó sentencias señeras en materia de derechos humanos y fue respetada o defendida por varios de “los organismos”.
Con más razón, no es el momento de negar los aportes de esta Corte en sus años de desempeño: el promedio sigue siendo positivo.
En cuanto a la reforma judicial, esta ley era sólo un capítulo, para nada el más importante. Lo esencial es mejorar el “servicio de justicia”, aumentar la oralidad, hacerle la eutanasia al procedimiento escrito, reformar el Código Procesal Penal, acercar los tribunales a los ciudadanos, aun físicamente y varios etcéteras. La necesidad de esas tareas se redobla y cuenta con una masa crítica que la apoya, inimaginable meses atrás.
El deber de quienes impulsan ese cambio es avanzar. Seguramente con mayor debate, trabajo más pausado, armado de consensos más amplios. O sea, con manejos similares a los que precedieron a la ley de medios.
La batalla cultural sigue en pie. Un mal fallo de un tribunal que supo concebir mejores es una piedra en el camino que enfila a objetivos más complejos y relevantes. Nada menos pero no mucho más.
Fuente: Página/12

miércoles, 12 de junio de 2013

La Alianza del Pacífico o el ofensivo retorno del ALCA


 

La flamante Alianza del Pacífico, junto a la propuesta colombinada para integrar la OTAN, buscan retroceder en la integración regional soberana e independiente alcanzada en la última década. Por el contrario, su único objetivo parece ser profundizar los caminos hacia el decadente neoliberalismo del siglo XXI.



 La integración sudamericana, que continúa avanzando por sobre las especulaciones de los cuarteles mediáticos y los proyectos geoestratégicos del poder hegemónico imperial, enfrenta en estos momentos otra amenaza, que es necesario analizar desde diversos ángulos: la renovada Alianza del Pacífico.

A esto hay que añadir la propuesta colombiana para integrar la Alianza del Atlántico Norte (OTAN en sus siglas en inglés) que se enfrenta al proyecto integrador emancipatorio de América Latina y el Caribe, donde privan ideas básicas: la construcción de un sistema de defensa conjunta en función de las necesidades defensiva de la región, la implementación del Banco del Sur para desestructurar la dependencia, la decisión de los países de la Unión de Naciones Suramericanas de constituir  a ésta en un territorio de paz y lograr responder definitivamente y con armas a la desesperada demanda social de nuestros pueblos. Un proyecto antihegemónico que necesita de tiempos y voluntades.

La OTAN nada tiene que hacer en nuestra región cuando se ha convetido en un gendarme de intervención mundial que, a su vez, maneja ejércitos privados (mercenarios) para comenzar sus acciones bélicas.
"Si algunos países pequeños creen encontrar una salida, el espejo del futuro muestra que esto solo puede llevar a resolver asimetrías vía la subordinación de los pequeños, y también de los grandes."

Algo realmente grave si se advierte la tragedia del retorno de guerras coloniales que están sacudiendo otras regiones del mundo en estos momentos y que han llevado a Europa a una crisis inconcebible en el siglo XXI, vía gobiernos que deciden a espaldas de sus pueblos, llevando a sus tropas a combatir en guerras ajenas, con gastos millonarios en armamentos y convirtiendo a sus tropas en conquistadores de territorios para otros. Eso es lo que está sucediendo.

La VII Cumbre de la Alianza del Pacífico realizada en Cali a principios de junio, con la participación de México, Colombia Chile y Perú, incorporó en este caso a Costa Rica, mientras asisten como observadores España, Canadá, Panamá, Guatemala y Uruguay.

La intervención del presidente de Colombia Juan José Santos, si bien no fue del todo sorpresiva porque, de hecho, siempre aparecía en el proceso de integración jugando a dos bandos, aunque más contenido, hablando en este caso sobre el nuevo "motor" de la economía regional, no es sino la decisión de ir a fondo en un proceso enmarcado en lo que fuera el Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA), un proyecto recolonizador por excelencia, dignamente rechazado por los integrantes del Mercado Común del Sur y Venezuela en noviembre de 2005, en Mar del Plata. Lo que la Alianza del Pacífico plantea es profundizar los caminos hacia el decadente neoliberalismo del siglo XXI.

Esto implica un enorme retroceso para los pueblos de  los países que conforman esa Alianza, que no responde a los intereses estratégicos regionales, sino a los imperiales de turno.

Si algunos países pequeños creen encontrar una salida, el espejo del futuro muestra que esto solo puede llevar a resolver asimetrías vía la subordinación de los pequeños, y también de los grandes. Cualquier proyecto emancipatorio queda relegado en estos planes, ya que no se trata de cumplir con la idea de una independencia definitiva, que no solo libera a la región auténticamente, sino que la fortalece en cualquier negociación.

Esto sin hablar de las demandas sociales, en las que jamás pensaron los equipos del Libre Mercado, como ya se vio en los años 90, o como se está viendo hoy en la Unión Europea (UE).

“La tarea del corto plazo, implica la liberación del 90 por ciento de aranceles en forma poco discriminada, permitiendo crear un 'mercado' de más de 216 millones de personas sin incluir los observadores, con una tendencia a la desregulación estatal en  sectores estratégicos de tipo agrícola o en los recursos naturales; un retorno al proceso de reestructuración neoliberal que tomó fuerz   desde la década de los 70 a los 90 (época dorada de los Chicago  Boys), propuesto como alternativa al cepalismo (Cepal) de (Raúl) Prebisch acusado de  ‘proteccionista’ bajo el modelo de industrialización por sustitución de importaciones".

Así lo define ATTAC (Asociación por la Tasación de las Transacciones Financieras y por la Acción Ciudadana), en un análisis recientemente publicado.

Para esta organización, aquella Cumbre de Cali coincidía con “el papel activo de América Latina, en la agenda económica para el segundo período del gobierno de Barack Obama”.
"Si hay quienes no pueden festejar esta Alianza del Pacífico son los pueblos de los países que la conforman, por lo menos en nuestra región. ¿Volver a los 90? Una tragedia social, política y económica."

No pueden olvidarse ni las recientes palabras del secretario de Estado John Kerry sugiriendo ante el Congreso de Estados Unidos que América Latina es el patio trasero, ni su aseveración sobre la necesidad de un acercamiento “vigoroso” con la región. Este vigor no es para ayudar a los latinoamericanos, sino para proteger los intereses norteamericanos  y establecer un control regional a todas vistas recolonizador.

Si hay quienes no pueden festejar esta Alianza del Pacífico son los pueblos de los países que la conforman, por lo menos en nuestra región. ¿Volver a los 90? Una tragedia social, política y económica.

La única oferta que está mirando hacia un futuro justo y digno para los pueblos de América Latina y realmente independiente, es la que se plantea desde sus diversos planos la integración como el Alba, el  Mercosur, UNASUR  y el proyecto más complejo y completo que es la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) que nació como tal en Caracas, bajo la presidencia de Hugo Chávez Frías, el fallecido mandatario, motor de la estrategia liberadora.

En este renovado nuevo proyecto recolonizador de Estados Unidos se inscriben las recientes visitas de  Barack Obama a México y Centroamérica y otras que se propone en tiempos cercanos.

En el libro Inteligencia Estratégica para la Política Mundial Latinoamericana  (1949), el escritor Sherman Kent advertía sobre algo que hoy es una realidad: "La guerra no siempre es convencional: en efecto, una gran parte de la guerra, de las remotas y las más próximas, ha sido siempre realizada  con armas no convencionales”.

Se refería al tipo de guerra en la  cual vía la política (en estos días también bajo el virtual terrorismo mediático que se aplica contra nuestros países) y la vía económica, una verdadera guerra actualizada en estos tiempos, en que América Latina toma, o intenta hacerlo, el control real de sus recursos y sus Estados. Es parte de la ofensiva que en este momento despliega Estados Unidos contra Venezuela y la región tratando de fragmentar el verdadero proyecto unitario y aislar a los gobiernos regionales. Es una ofensiva tan guerrera como la que hoy están aplicando sobre Venezuela.  
Fuente: Telam