jueves, 28 de febrero de 2013

"La discusión debe ser democratizar la Iglesia":El sacerdote, teólogo e historiador habla del poder de Roma y traza posibles caminos tras la salida de Benedicto XVI.

La última vez que Rubén Dri leyó una novela fue la historia de Inocencio III ("el gran Papa medieval", dice). Y le gustó. Aunque Dri prefiere, por cierto, otros libros: filosóficos, teológicos, marxistas, relacionados con el mundo de la religión, pero sin ficción. Como esos que están acomodados en su living, en la biblioteca principal de su pequeño departamento sobre la Avenida Juan B. Justo. Entre los que aparece, por ejemplo, Contra Ratzinger, un anónimo que Dri asegura tiene buen nivel, o ese que está al lado de un retrato y que Joseph Ratzinger escribió sobre Juan Pablo II, ese que del otro costado se roza con uno que también versa sobre el hombre que acaba de hacer historia. O, al menos, es lo que cree Rubén Dri. 
No hay casualidades. Es la razón también por la que lo están volviendo loco. Lo llaman. Le escriben. Le piden que diga, que guíe, que desempañe un poco el mundo vaticano. Y Dri siempre dice que sí. Que cómo no. Que es para eso también que está. Que no por nada está escribiendo sobre eso, estudiando la construcción del poder, la acumulación del poder de Roma, la historia de las falsificaciones de la Iglesia. 
Así es que este ex sacerdote, que se ordenó durante el papado de Juan XXIII e integró el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, este filósofo, escritor, profesor universitario, teólogo, de 83 años enérgicos, este señor que combina en su paredes a Quinquela Martín con un banderín de San Lorenzo y con un retrato del Che, el que hoy viste camisa de las de antes, livianita, y pantalón corto con sandalias, el amable simpatizante del gobierno nacional, el que gusta ser considerado como militante popular, el que trata de aportar desde el cristianismo porque está seguro de que no hay liberación posible sin un aporte de peso del cristianismo, accede previsiblemente a la entrevista y dice: "Estamos frente a un fracaso."
 
–¿Qué momento cree que se abre en la Iglesia? ¿Se lo puede mirar con optimismo?
–No digo con optimismo. Pero sí hay que estar abiertos. Porque, por un lado, el horizonte eclesiástico desde las cúpulas dominantes en la Iglesia, está cerrado. Todos los electores del próximo Pontífice han sido elegidos por este dúo que conforman Juan Pablo II y Benedicto XVI, con un proyecto que es terminar con la Iglesia del Concilio Vaticano segundo. Reestructurarla hacia una Iglesia pre Vaticano, encerrada en sí misma. Pero hay que ver también que pasa en el cuerpo de la Iglesia. También con algunas jerarquías. Estoy pensando en el cristiano de base, en sectores populares, curas que trabajan con sectores populares, en estos curas que están en contacto hoy con la desocupación en España, en Grecia, en teólogos que ya estaban cuestionando la teología de Benedicto XVI y pedían su renuncia. Creo que se abre un espacio de debate en el cuerpo de la Iglesia.
–¿Más allá de quién sea el sucesor?
–Más allá del sucesor, pero también en el ínterin de la elección. La renuncia sienta algo nuevo, hay un precedente importante: que el Papa no tiene que ser eterno. Según el derecho canónico la renuncia era posible, pero era imposible, porque no se podía pensar, estaba establecido que el Papa duraba hasta la muerte. Y peor con el ejemplo de Juan Pablo II, que hizo toda su agonía frente a toda la humanidad, como un Cristo universal sufriente. Este Papa que no ha sido ningún revolucionario, todo lo contrario, ha hecho algo importante que es renunciar. Es como decir: este proyecto de Iglesia ha fracasado. 
–¿Es lo único importante que ha hecho?
–A mi modo de ver, sí. Creo que no le veo nada. Haber renunciado es haber pateado el tablero. Él se siente como fracasado. Y lo que fracasó es este proyecto de Iglesia contra el Concilio Vaticano segundo. Por eso no tiene fuerza. Ningún líder que tiene un proyecto, cuando el proyecto es triunfante, renuncia. Esto va a suscitar discusiones muy grandes y muy profundas. Y lo segundo es que el Papa no es eterno. Porque si el Papa no es eterno, tiene que renunciar, entonces quiere decir que otros tienen que influir, y eso inmediatamente nos lleva a la necesidad de una democratización de la Iglesia. Eso es lo que surge. Y naturalmente que se va a discutir.
–Luego de renunciar, dijo que los actores internos ponían en riesgo la unidad. 
–Bueno, creo que ahí está hablando de la interna del Vaticano, que es muy fuerte. Hay una lucha por el cuello. Antes de prender el grabador hablábamos del poder. Yo creo que, como en política, cuando hacemos análisis de política, hablamos del poder; cuando hablamos de la Iglesia, de esta Iglesia institución, si no hablamos del poder, no sabemos de qué estamos hablando. Hay una lucha interna muy fuerte en una institución que es totalmente autocrática, que es monárquica, que plantea que el Papa es infalible y que mantiene todo en secreto. Entonces las luchas por el poder no aparecen afuera y en un momento estallan. Creo que el Papa se ha sentido preso de estas fuerzas que no las ha sabido resolver. Creo que eso es lo que está denunciando en este momento. 
–Esas fuerzas internas que pelean por el poder: ¿representan todas lo mismo? 
–Sí. Naturalmente que hay grupos de poder, pero ninguno representa un proyecto diferente. No he visto ninguno que representase un proyecto diferente. Puede haber algún tapado, pero nadie que surja como Juan XXIII. Pero como si uno no se mete, no lo puede saber, yo siempre digo que hay que dejar una puerta abierta. Porque, a lo mejor, sale alguien.
–¿Qué impacto puede tener esto en la Iglesia argentina?
–Hay que tener en cuenta que este es un proyecto de Iglesia que se gesta allá por el año '78, cuando muere, por decirlo de alguna manera suave, Juan Pablo I. Y se han ido homogeneizando las cúpulas de todas las Iglesias. Todos los obispos progresistas o renovadores, en la línea del Concilio Vaticano segundo, del tercermundismo, o han cumplido los 75 años y han tenido que salir –y mientras tanto les han ido recortando poder– o han muerto. También han ido suprimiendo los institutos de teología donde había Teología de la Liberación. Desarticularon también las comunidades de base. Entonces, en la Argentina, a los obispos, o los mató la dictadura o murieron y todas las renovaciones son de la derecha. No conozco a ningún obispo que represente a una línea como la que representó Novak, alguien a quien no podemos definir como revolucionario pero que representaba una línea de renovación. No creo que podamos tener esperanzas de grandes cambios.
–Sin embargo, dentro de la Iglesia argentina hay una derecha y otra derecha más rancia.  
–Sí, no son lo mismo. De hecho hay una lucha por el poder entre la línea de Héctor Aguer y la de Jorge Bergoglio. Precisamente, la línea de Aguer era la que más consustanciada estaba con Benedicto XVI. Por eso los avances que tuvo Aguer. Eso es cierto. Pero lo que hay que ver es qué va a pasar con los sacerdotes comprometidos con los sectores populares, como los sacerdotes de la opción por los pobres.
–¿Por qué cree que fracasó el proyecto de Juan Pablo II y el de Benedicto XVI?
–Benedicto XVI, en varias conferencias que dio antes de ser Papa, planteaba que frente al islamismo y las religiones orientales, el catolicismo había perdido fuerza. Él decía que el islamismo se había mantenido fuerte porque era intransigente con sus principios. Mientras que el catolicismo con el Concilio Vaticano segundo, según él, había cedido ante propuestas mundanas. Si la Iglesia hace esto, entonces muchos fieles se podrán alejar al principio pero finalmente va a ser atrayente, decía él. Bueno, la primera parte la cumplieron: la gente se fue. La Iglesia quiere presentar un proyecto atrayente y se encontró con la pedofilia, el celibato, el movimiento de género, la nueva familia, una cantidad de problemas a los que no da respuesta. Entonces yo creo que esto es lo que Ratzinger siente: que el proyecto no funcionó. «
 
 
La expectativa de un quiebre
–¿Con qué escenario, de todos los posibles, le gustaría encontrarse en los próximos meses?
–Me gustaría encontrar una etapa de mucho debate con respecto al poder de la Iglesia, a la democratización de la Iglesia, y a la responsabilidad del cristiano frente a toda la problemática política, social y económica. Me gustaría que se rompiese esta verticalidad frente a la Iglesia y que la discusión llegue hasta las esferas jerárquicas, y que un poco las quiebre. Y que se pudiese dar una confrontación. Eso sería una ganancia fundamental. Sería un aporte importante para quitarle este respaldo que le suele dar la Iglesia a las corporaciones.
–Y usted cree que es posible.
–Sí, yo creo que es posible. Y hay que impulsarlo.   

Hacia una gran bifurcación


 









Por Robert Boyer
 

En un texto escrito para Página/12, Boyer afirma que para el bloque se abren trayectorias contrastadas: exclusión o retiro de uno o varios miembros, reconocimiento de la divergencia entre el Norte y el Sur y evolución hacia una Europa donde coexistirían acuerdos parciales.

El fin de 2012 estuvo marcado por una notable calma: los pronósticos de un estallido de la Zona Euro ya no son mayoritarios, ya que poco a poco los responsables políticos terminaron por evaluar los problemas y bosquejar un aggiornamiento de los procedimientos comunitarios e intergubernamentales. El vuelco aparece en el verano europeo de 2012, cuando Mario Draghi anuncia que el Banco Central Europeo está dispuesto a sostener el euro por todos los medios posibles; de hecho, el rescate en los bancos de los títulos de la deuda pública de los Estados más amenazados, como España e Italia, hizo bajar las primas de riesgo y tranquilizó a la comunidad financiera internacional, más allá de las reticencias de las autoridades alemanas. En el último trimestre del año pasado se decidió que el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera, que era transitorio, dejará su lugar al Mecanismo Europeo de Estabilidad, un fondo permanente que apunta a responder a futuras crisis financieras. De manera similar, la interdependencia entre crisis de las deudas soberanas y crisis bancaria alcanzó tal amplitud en España que se decidió instituir una agencia europea de regulación de los bancos e instituciones financieras más grandes. Al término de un proceso relativamente complejo, esta agencia podrá intervenir directamente inclusive movilizando fondos europeos.

La nueva delegación a Europa de atributos altamente simbólicos de la soberanía nacional presenta fuertes resistencias, pero la estabilidad financiera se reconoce finalmente como objetivo comunitario, complemento necesario y descuidado por demasiado tiempo de la estabilidad monetaria. Finalmente, más allá de una “regla de oro” que limita los déficit públicos –que es un endurecimiento del PSC para el que la última década mostró las dificultades estructurales de aplicación–, se abre camino un esbozo de coordinación de las políticas económicas nacionales aun si no existe mayoría para contemplar un gobierno económico de la Zona Euro en debida forma.

Aun si fuera erróneo concluir que ha terminado la crisis del euro, los últimos meses marcaron avances significativos en dirección de un mayor federalismo, pero el proceso así engendrado sigue siendo muy incierto. Estos nuevos procedimientos europeos o intergubernamentales se presentan como soluciones técnicas en respuesta a la urgencia de la situación, pero distan de tener el aval de las opiniones públicas nacionales. En efecto, las ayudas aportadas se sometieron a la imposición de reformas a menudo drásticas y por lo tanto impopulares, independientemente o a veces contra la expresión democrática de los ciudadanos. Las propuestas de retorno al Estado-nación de una fracción de la soberanía delegada a Europa se multiplican, ya que las opiniones públicas nacionales tienen la impresión de que ya no son defendidas correctamente en ese nivel, y que hay que volver al imperativo de una democracia que se expresa esencialmente en el nivel nacional.

Se manifiesta sí el avance de los partidos y movimientos de extrema derecha, de los que es la propuesta central, en contra del consenso de hecho entre partidos conservadores y socialdemócratas. La tentación de un retorno del “cada quien por su cuenta” se manifiesta claramente en la discusión sobre la evolución a mediano plazo del presupuesto europeo. ¿Por qué gobiernos acosados por demandas sociales, vinculadas por ejemplo con la amplitud y duración de un desempleo masivo, y sometidos a medidas de austeridad fiscal, de reducción de los servicios públicos de salud y educación, aceptarían transferir una parte de su recaudación fiscal al presupuesto europeo que, hasta el momento, resultó incapaz de aportar una contribución a un retorno del crecimiento?

Así, en 2013 es claro que los tratados europeos mostraron sus límites, de manera que queda excluido volver a su aplicación. Sin embargo, los países miembros de la UE distan de ponerse de acuerdo sobre la reconfiguración de sus instituciones. Para el gobierno británico, es importante salirse de las obligaciones europeas que no corresponden a los intereses del país. Para el gobierno alemán, se trata, por el contrario, de construir nuevas reglas de juego, más sofisticadas y restrictivas que en el pasado, para caminar hacia una forma original de federalismo. La mayor parte de los otros gobiernos ven su poder de negociación limitado por la acumulación de desequilibrios mayores dentro de su economía, a lo largo de la última década.

A partir de esta constatación, se abren para la UE trayectorias muy contrastadas: retiro/exclusión de uno o varios Estados miembro, reconocimiento de la divergencia entre Europa del Sur y del Norte, evolución hacia una Europa à la carte en la que coexistiría toda una gradación de acuerdos parciales, en torno de una Zona Euro en marcha hacia un real federalismo. Como afirmaba un filósofo francés, “el futuro dura mucho tiempo”. Los años por venir nos reservarán muchas sorpresas, ya que son los movimientos políticos y sociales nacionales, en su confrontación con las fuerzas de la globalización económica y financiera, los que decidirán el futuro de la UE.

Traducción: Irene Brousse. CEIL Conicet.

Pág/12 - Lunes 21 de enero de 2013

martes, 26 de febrero de 2013

Utopías realizables: algunas hipótesis de trabajo


Rolando Cordera Campos


¿Es posible formular otra economía política de las nuevas izquierdas en América Latina? ¿Cómo traducir esa economía política en política económica para el desarrollo? ¿Cómo construir, en esta perspectiva, sociedades más democráticas, igualitarias y solidarias? ¿Cuál debe ser la nueva ecuación entre sociedad, mercado y Estado? ¿Hasta dónde han llegado o pueden llegar en la erección de una alternativa las izquierdas cuando se vuelven gobierno?

Estas preguntas van más allá de la realidad inmediata, cercada por las ominosas señales de una crisis global que no cesa; por el contrario, obligan a revisitar el desarrollo histórico y, en particular, los cursos económicos y sociales que ha experimentado Latinoamérica, por lo menos desde que, al calor de otra gran crisis, la que arrancara en 1929, la región tocará un punto de inflexión y buscara cambiar su rumbo hacia la industrialización y la conformación de Estados desarrollistas.

América Latina en Movimiento Nº 482 - Febrero de 2013

domingo, 24 de febrero de 2013

Ciberguerra


 

 Por Santiago O’Donnell
No llega a ser una reedición de la Guerra Fría, pero se va pareciendo. En los últimos días, el New York Times y la empresa de seguridad cibernética contratada por el diario, Mandiant, vienen denunciando con lujo de detalles cómo una unidad del ejército chino, con base en un edificio en Shanghai, penetró durante cuatro meses los sistemas informáticos del matutino.
El hackeo empezó después de que el diario publicara un artículo sobre la fortuna acumulada por familiares del líder chino Xi Jing Ping, quien asumirá el mes que viene como primer ministro de ese país. La crónica del New York Times cuenta cómo los hacker penetraron las redes de seguridad y lograron colocar 45 piezas de “malware” o software maligno dentro del sistema. Los directivos del diario estaban aterrados porque en el día de las elecciones (6 de noviembre) los hackers estaban especialmente activos y el temor era que hicieran colapsar el sistema del diario en ese día tan crucial para vengarse de la historia sobre el futuro primer ministro. Pero no fue así. Pero el objetivo de los hackers no era dañar las finanzas del diario, ni robarle datos sobre clientes, informó el matutino. Querían saber cómo el corresponsal en Beijing del New York Times, David Barboza, había obtenido la información sobre la familia de Xi Jing Ping. Aunque el diario aclaró que la información había salido de documentos públicos, los hackers querían saber quién le había mostrado esos documentos a Barboza. Los hackers husmearon los correos electrónicos, archivos y bases de datos de un grupo de periodistas, pero según el New York Times, no encontraron lo que buscaban.
Algo similar había ocurrido en octubre del año pasado con la agencia Bloomberg News, que había sufrido ataques cibernéticos tras la publicación de un artículo sobre el enriquecimiento del vicepresidente chino Wen Xibao. El informe de Mandiant dice que los que hackearon el New York Times trabajan con las mismas direcciones, las mismas rutas a través de cuatro universidades de Estados Unidos, y el mismo modus operandi, que los que hackearon a Coca-Cola en 2006, cuando la empresa de gaseosas negociaba un megacontrato con el gobierno chino. Mandiant dice que ese grupo de hackers vinculado con el ejército chino llevó adelante 140 ataques a empresas privadas y agencias estatales de Estados Unidos en los últimos seis años.
El gobierno de Estados Unidos respaldó la denuncia, pero cuidándose de no nombrar a China. En su discurso sobre el estado de la Unión del 13 de febrero, Obama anunció una orden ejecutiva para combatir el cibercrimen. La orden ejecutiva de ocho páginas señala que el gobierno se compromete a compartir con los proveedores de Internet estadounidenses las firmas digitales de los principales grupos de hackers conocidos, incluyendo varios que trabajan en el mismo edificio de Shanghai donde opera la unidad de ciberguerreros del ejército chino. Una semana después, el fiscal general Eric Holder informó sobre la creación de un ente especial para centralizar el trabajo de las distintas agencias de Inteligencia encargadas de combatir el cibercrimen. Holder presentó una lista de los últimos ataques informáticos verificados contra empresas privadas y entes estatales estadounidenses. En la lista, China figuraba como el país de origen de la gran mayoría de esos ataques. Pero así como Obama no había nombrado a China en su discurso en el Capitolio, tampoco Holder mencionó a China en la conferencia de prensa. Pero quedó claro a quiénes les apuntaban los estadounidenses: “La Casa Blanca promete una guerra comercial contra los países detrás del cibercrimen. China es el blanco aparente,” tituló The Guardian su cobertura del anuncio del fiscal general.
¿Y qué dice China? Por un lado está la contestación oficial, que tilda a la denuncia estadounidense de poco profesional. “Hacer acusaciones infundadas basadas en resultados preliminares es irresponsable y poco profesional, y no ayuda a resolver un problema relevante”, dijo Hong Lei, vocero de la cancillería china. Pero diversos expertos en seguridad señalan que China no oculta lo que está haciendo como una señal de orgullo y poder. Dicen que los ataques son fáciles de rastrear porque los chinos no tienen intenciones de ocultarlos. Por ejemplo, uno de los hackers chinos más conocidos, UglyGorilla, firma sus virus y usa el mismo nombre en un perfil de la web militar chinamil.com.cn. “Es una proyección de su poder, no hacen esfuerzos por esconderse”, dijo la experta israelí en ciberseguridad Yael Shahar a la revista National Journal.
Por otra parte, los mismos estadounidenses, empezando por el New York Times, reconocen que su gobierno no es inocente en el tema de los hackeos. “El gobierno de Estados Unidos tiene sus propios ciberguerreros. Trabajando con Israel, usó el virus Stuxnet para interferir con el programa de enriquecimiento de uranio iraní”, señala el diario estadounidense. Irán respondió hackeando áreas del Ministerio de Defensa estadounidense. “En la Guerra Fría nos enfocábamos todos los días en los centros de comando nuclear alrededor de Moscú”, señaló un funcionario de Defensa al diario. “Es justo decir que ahora le dedicamos la misma atención a monitorear los servers de computadoras alrededor de Shanghai.”
Según los expertos en el tema, los cuarenta principales países del mundo tienen unidades de Inteligencia cibernética, con Estados Unidos, China, Israel y Francia encabezando el pelotón. Un estudio de Symantec y McAfee determinó que Estados Unidos es el país en donde se originan más ataques cibernéticos, seguido por China. Y están los ataques sin bandera, promovidos por grupos como Anonymous. Los estadounidenses argumentan que espiar programas nucleares está dentro de lo permitido, que todas las potencias lo hacen. Pero otra cosa es lo que viene haciendo China, que sería robar secretos de corporaciones y perseguir a medios de comunicación que informan noticias incómodas. No llega a ser guerra fría todavía, pero va escalando.
Fuente: Página/12

En estado de asamblea: CINCO INTEGRANTES DEL PODER JUDICIAL OFRECEN PROPUESTAS PARA SU DEMOCRATIZACION



Esta semana los firmantes del documento “Justicia Legítima” debatirán en la Biblioteca Nacional. El temario incluye la redefinición de la independencia, los mecanismos de ingreso, participación ciudadana y rendición de cuentas. Aquí, un adelanto.

Por Irina Hauser
OMAR PALERMO, JUEZ DE LA CORTE SUPREMA DE MENDOZA

Sectores vulnerables y víctimas

“Cuando decimos que el Poder Judicial tiene que ser un servicio para la gente, esto incluye a los penados. En Mendoza el Poder Judicial sanciona la reincidencia, pero no garantiza las condiciones de cumplimiento de la pena, no se hace cargo de cuidar las garantías de las personas privadas de su libertad. Y así como deja afuera a los vulnerables, también lo hace con las víctimas: en los juicios de derechos humanos los familiares tuvieron que ocuparse ellos mismos de la contención de las víctimas. Estas cosas, a mi modo de ver, hacen a conseguir una Justicia legítima”, dice Omar Palermo, juez de la Corte Suprema de Mendoza.
–¿Son decisiones exclusivamente del Poder Judicial?
–Una discusión interna al menos es necesaria. El sistema penal deja afuera a los sectores más vulnerables, condenados, los procesados y víctimas. Se los invisibiliza y se los deja sin voz. El Estado tampoco se hace cargo de los niños y adolescentes. Los campesinos que viven en los campos son usurpadores, cuando es al revés el proceso penal naufraga, se criminaliza y se usa el sistema penal en contra de los más vulnerables, los pueblos originarios. Haría falta una Justicia más territorial que se ponga cerca de la gente. ¿Por qué alguien se tiene que tomar cinco micros para ser escuchado? En Mendoza, desde que se descentralizaron los juzgados de familia, creció mucho la demanda. Es significativo.
–Cuando el sistema desatiende esto, ¿se está ocupando de otra cosa?
–En el sistema penal se ve así: se castiga más el hurto o robo agravado con armas que la administración fraudulenta. Esto es así en el propio Código Penal, que pone penas menores para la corrupción. Pero también es evidente que al Poder Judicial no le interesa apoyar el desarrollo de un sistema acusatorio, importante para democratizar.
–¿Por qué no quieren sistema acusatorio?
–Porque es un sistema donde la investigación está a cargo de los fiscales, que producen la prueba. El juez sólo cumple una función de límite y controla el cumplimiento y respeto de las garantías. Eso permite garantizar en mayor medida el derecho de defensa. Además ofrece sistemas alternativos de solución de conflictos, distintos de la pena. Y es el propio Estado el que decide en qué delitos focaliza la persecución: lo que se llama principio de oportunidad. Lo que sucede es que los jueces no quieren resignar la cuota de poder de tener el manejo y el control del proceso. Es una razón política. Hoy el juez se queda con la investigación cuando quiere, y cuando no la quiere la delega. En Mendoza hay sistema acusatorio, pero el problema es que no hay Defensoría, que quedó subsumida en la Procuración, con el Ministerio Público Fiscal.
–¿Por qué el sistema acusatorio sería democratizador?
–Porque pone al juez en un lugar de garante, y así rompe con el sistema inquisitivo. A lo que se suma que supone la oralidad del proceso, lo pone a la vista.
DANIEL ERBETTA, JUEZ DE LA CORTE SUPREMA DE SANTA FE

Independencia y reforma penal

“El debate de la democratización no es en contra de nadie, sino a favor de instrumentos que permitan mejorar la legitimidad de origen, pero también la de ejercicio del Poder Judicial. Se trata de superar la desconexión que muchas veces existe entre una organización y sus prácticas, entre el Poder Judicial y las demandas sociales. Como dijo Raúl Zaffaroni, los argentinos nos hemos dedicado muy poco a pensar y repensar esto”, reflexiona el juez de la Corte santafesina Daniel Erbetta. “También hay que tener en cuenta que hay realidades y problemáticas particulares de la Justicia federal, de la ordinaria y según cada provincia. En Santa Fe, por ejemplo, tenemos un proceso de reforma procesal penal en marcha que podría representar un cambio verdadero, para que el Poder Judicial deje de dar misa a espaldas de la gente. Está en plena implementación”, explica.
–¿En qué aspecto sería democratizador?
–En Santa Fe los jueces ya no tienen despacho, tienen un colegio con una oficina común para todos. Va a haber una oficina de gestión judicial, donde están los empleados y allí se armará la agenda de audiencias. Llamarán al juez y le dirán cuándo tiene audiencia. El juez no necesita nada más, además no tiene que estar contaminado con elementos de la causa. El feudo de este modo de-saparece. Es una reforma (viene del peronismo y la está poniendo en marcha el socialismo) pensada para ser implementada a partir de septiembre u octubre de este año. Desde ya que va a costar, hay resistencias no explícitas. En este contexto, una de las cuestiones que hay que discutir es el contenido y alcance de la garantía de independencia judicial. Esto supone rechazar cualquier disciplinamiento ya sea que venga del poder político, del económico, de las corporaciones, de las partes del litigio, los medios, los poderes fácticos y de la propia estructura judicial. Dentro de un juzgado, por ejemplo, la sola delegación de funciones en un sumariante atenta contra la independencia. Es una de las cuestiones que tratamos de erradicar con los sistemas acusatorios basados en procesos orales.
–¿Por qué este tipo de reformas sólo se impulsan para la Justicia penal?
–Habría que extenderla, es cierto, a los procesos civiles. El fuero penal es la vidriera del sistema de Justicia. Pero la Justicia civil también tiene la responsabilidad de asumir un derecho o más protector de los débiles y vulnerables. La falta de una respuesta penal se traduce en impunidad.
–¿Y un amparo que lleva tres o cuatro años en la Corte, no es impunidad?
–Sí, hay un correlato. A veces la Justicia se confunde con un abuso cautelar del proceso, que posterga indefinidamente la discusión sobre el fondo del asunto. El Poder Judicial debe proteger los derechos individuales y colectivos, y poner límites a los otros poderes. Para asegurar eso, en la Justicia penal, hay que cambiar la selectividad estructural del sistema, la que va dirigida contra los sectores más vulnerables. Que se ocupe de los delitos. Y de reducir los niveles de impunidad, de falta de respuesta institucional.
ALEJANDRO ALAGIA, FISCAL

Elección popular de jueces

“Tenemos que reflexionar sobre el gobierno de los jueces”, propone el fiscal Alejandro Alagia. “Los jueces gobiernan sin estar legitimados por el voto popular. En el último tiempo varios hechos demostraron que el Poder Judicial es un gobierno. Administra el castigo, las reparaciones, priva y concede derechos. Lo del caso Clarín fue clarísimo: los jueces de la Cámara Civil y Comercial se alzaron contra una de las leyes quizá más democráticas, por la discusión previa a su aprobación que tuvo y los años que llevó. Lo mismo cuando la Corte Suprema, esta vez a favor de demandas generales, declara la inconstitucionalidad de la amnistía de los crímenes de la dictadura, también es un acto de gobierno. En este caso mejora la vida de todos, en el caso Clarín, la empeora.”
–En el caso de la Corte, ¿no son esperables ese tipo de decisiones?
–La Corte gobierna. Para gobernar un país y estar legitimado hace falta el voto popular. Hay una falla de origen. Incluso en la teoría política el gobierno judicial se piensa como un “gobierno contramayoritario”, a favor de las minorías, para que las mayorías no las priven de sus derechos. Pero esa naturaleza contramayoritaria es posible que haya colocado siempre al Poder Judicial a espaldas de la población, en el caso Clarín, por ejemplo, representa a las corporaciones. La historia del Poder Judicial está más vinculada con la aristocracia y los poderes económicos y es de difícil democratización. Podríamos pensar en que la Corte sea elegida democráticamente. En Bolivia se intenta saldar esta problemática con la elección popular de jueces.
–¿La salida es ésa, la elección popular de jueces?
–Hay ciertos cargos o funcionarios judiciales que pueden ser elegidos democráticamente. La Corte creo que sí. Si (Ricardo) Lorenzetti quiere hacer política, que lo elijan. Es un desafío para el futuro pensarlo. La salida anglosajona es que si bien hay un poder contramayoritario, está la participación de los jurados como modo de participación popular para los grandes temas al menos. Por ejemplo, en Derecho Penal, sería algún caso donde esté en juego la libertad de una persona por muchos años. Los temas de gravedad civiles o constitucionales, también podrían ser. No los pueden decidir tres jueces encerrados entre cuatro paredes. El jurado aligera el carácter contramayoritario. La elección popular de jueces contravencionales, para los pequeños conflictos en la comunidad y el territorio, también es una alternativa. Siempre pensando en impedir la demagogia punitiva. Que la salida electoral tampoco sea que los jueces se monten a una competencia a ver quién castiga más.
–¿Cómo evitarlo?
–Algunos tribunales pueden tener una competencia técnica. Desde un director de hospital o el capitán de un barco. Pero el grueso del Poder Judicial podría tener la participación de jurados. Igual la Justicia argentina está tan atrasada desde el punto de vista de su democratización, que se debería empezar por otras reformas.
–¿Conoce algún país donde la Justicia sea plenamente democrática?
–En casi todas partes el Poder Judicial es una instancia aristocrática y de secretismo, como el antiguo régimen. Incluso en materia de derechos humanos nuestro Poder Judicial es un ejemplo en el mundo. Es el único que juzga a sus genocidas con jueces de su propio país.
–Entonces, ¿por qué reformas empezaría?
–Desde la eliminación de privilegios impositivos; abrir el acceso a la población a los cargos judiciales; instalar juicios orales y públicos para la Justicia civil y comercial, que se haga más visible lo que hacen los jueces. Y en cuanto a la independencia, tener presente que no sólo tiene que ver con que los jueces, fiscales y defensores sean independientes de los grandes poderes económicos sino de otras cosas, como evitar criminalizar a la población vulnerable, como si los delitos sólo los cometieran los pobres. Esto también tiene que ver con la independencia, y el concepto de igualdad como contenido también de la democracia.
MARIA LAURA GARRIGOS DE REBORI, PRESIDENTA DE LA CAMARA CRIMINAL

Rendición de cuentas

“La Justicia es secreta, palaciega, y hay que abrirla. Eso es democratizar”, define María Laura Garrigós de Rébori, presidenta de la Cámara en lo Criminal y Correccional. “A los jueces, los abogados nos dicen Su Señoría o Vuestra Excelencia, y a nadie le llama la atención, como si no fuéramos trabajadores jurídicos que tenemos que aplicar la ley cuando hay un conflicto entre personas. Los jueces se creen señores feudales y no pueden asumir que son una burocracia. Nos reprochan la morosidad en las causas, y esto es gravísimo, pero no existe la comprensión de que estamos prestando un servicio. Si usted es un colectivero, tiene que cumplir un horario y eso está fuera de discusión; a nosotros es como si no nos importara. En nuestra capacitación se nos ha inculcado que estamos más allá del bien y del mal”, advierte. “Tenemos la expectativa que nuestra crítica pública llegue a los lugares de decisión”, dijo la jueza.
–¿Cómo se rompe esa cultura del secreto?
–Por lo pronto, tendríamos que rendir cuentas de nuestro trabajo, de lo que hicimos, y eso es así por reglamento de la Corte. Pero los organismos de control entre nosotros no funcionan, en parte porque somos nosotros mismos. Tal vez hay juzgados que completan las planillas de las causas tramitadas, pero después nadie las revisa ni se sienta a ver qué está pasando en cada fuero. Por ejemplo, desde hace unos cinco años se duplicaron los contratos. ¿Pero se duplicó el trabajo? ¿Se producen más sentencias? Tampoco tenemos un estudio de nuestra capacidad laboral. Si un juzgado tiene cuatro mil causas en trámite, y otro trescientas, algo falla.
–¿Quién controlaría la rendición de cuentas?
–El Consejo de la Magistratura principalmente. Pero el Consejo, cuando alguien presenta alguna queja, por ejemplo sobre demoras, el mensaje que transmite es que está en la privacidad del juez atender cuando quiera y como quiera. Ni la Corte ni la Cámara de Casación cumplen con los plazos procesales. A pesar de que hubo una modificación legislativa que dice que las apelaciones deben ser orales, sólo la aplica la Cámara Penal. La razón de aquella modificación, además, es que la oralidad modifica (reduce) el tiempo de trabajo y la forma de apreciar. Pero la mayoría de las cámaras sólo lo hacen a pedido de parte. A los jueces no les gusta la audiencia oral porque los obliga a sentarse y también a discutir entre ellos. A pesar de todo nadie planteó la nulidad de aquellas audiencias que no cumplen con las formas que la ley establece. En el resto de los fueros ni siquiera hay oralidad, todo es escritural y críptico, es secreto y nadie lo controla. Cada juzgado es un feudo.
–Si impartir justicia es un trabajo que los jueces no asumen como tal, ¿qué propone?
–La currícula de la Facultad de Derecho no contempla el trabajo jurídico como tal. Ahí es donde hay que empezar a introducir la democratización del trabajo judicial. Y en la selección de jueces. ¿Quién nos elige? Otros jueces. Aunque en el Consejo participen otros poderes del Estado, los jurados están integrados por jueces a quienes ni siquiera se les pide que hayan accedido a sus cargos por concurso. Todo esto es cuestionable.
–¿Cambiaría el modo de acceso al resto de los cargos en el Poder Judicial?
–Sí. La Corte eliminó los meritorios, que muchas veces se reclutaban en la facultad, o a veces entre los hijos de los amigos. Ahora que ya no hay pasantes se invita a los hijos de los amigos o los parientes a trabajar, y acrecentamos el nepotismo. Invitemos a todos los que quieran, que demuestren que saben escribir en computadora y no tienen faltas de ortografía, o que tienen determinados conocimientos. Quizás esto no le quita al juez la posibilidad de nombrar al hijo del amigo, pero le brinda a otro estar en igualdad de condiciones.
ALICIA RUIZ, JUEZA DEL SUPERIOR TRIBUNAL DE LA CABA

Privilegios e independencia

“Hay un discurso que habla de la independencia de los jueces respecto del poder político: esa es la primera falacia, porque nosotros somos un poder político. El papel del Derecho no es el de reproducir lo que está dado, no se agota en una decisión, es coral. Tendríamos que asumir ese lugar político que nos toca”, reflexiona Alicia Ruiz, jueza del Superior Tribunal de la Ciudad de Buenos Aires. “El Poder Judicial –explica– ejerce un poder efectivo en cada decisión que se toma: ahí resignifica las reglas y el discurso, construye realidad, y puede –por ejemplo– instalar una idea sobre la distribución del poder o de una mejor distribución de todos los bienes en la sociedad. Todos los reclamos de mayores derechos pasan porque el Derecho como sistema de reglas los reconozca. También es una decisión política y moral aceptar ciertas prebendas.”
–¿A qué se refiere con “prebendas”?
–El ejemplo paradigmático es el de los viajes de Certal (la entidad vinculada con el grupo Clarín que invitó a jueces de la Cámara Civil y Comercial a una cumbre en Miami). Los jueces pertenecen o se relacionan con ciertas asociaciones que invitan a viajes, que ofrecen cursos de entrenamiento de todo tipo de cosas.
–¿Eso es moneda corriente?
–Es más frecuente de lo que parece. Contado así puede parecer fantástico, parece una manera de formarse. Pero es con un modo de actuar que sirve a intereses hegemónicos. Como dice Foucault, el poder es más importante cuando seduce que cuando castiga. Debería ser una preocupación de las estructuras mismas del Poder Judicial prestar atención a qué intereses o grupos están sosteniendo estas asociaciones variadas que los invitan a congresos. Es algo similar a lo que sucede con los médicos y los laboratorios. El Poder Judicial tiene que ser independiente de otros poderes, pero también de los grupos hegemónicos (económicos y mediáticos, organizaciones religiosas) que atraviesan la sociedad y al propio Poder Judicial con su capacidad de dominio. Van cooptando y generando una malla, los que nos salimos de ella decimos que no nos representan. Democratizar implica acabar con todo tipo de privilegios.
–¿La exención del pago de Impuesto a las Ganancias, por ejemplo?
–Claro. Siempre dije que los jueces tenemos que pagarlo, es inadmisible que no lo paguemos y no entiendo qué tiene que ver con la intangibilidad. Si el trabajo deber ser gravado o no con un impuesto, es una discusión aparte. En un sistema de derecho en el cual el impuesto al trabajo existe, y grava con alícuotas altas a los que más ganan, no es tolerable que los jueces no tributen, somos ciudadanos igual que otros. Tributar no afecta el salario. Si no, por ejemplo, ante cualquier situación inflacionaria que deprecie el salario los jueces reclamarían que les conserven el salario real. Es un privilegio inaceptable.
–¿De qué otros privilegios goza el Poder Judicial?
–Hay algunos menos visibles. La gente que ingresa al Poder Judicial siente que más que ingresar a un poder del Estado que brinda un servicio, ingresa a una élite, lo cual es bastante incompatible con un sistema democrático que funcione bien. Yo estoy convencida de que la gente del Poder Judicial se cree esto de la majestad de la Justicia, que la credencial de juez te habilita a pedir lo que no podrías como ciudadano común. Genera una cultura de mirar hacia adentro y preservar lo que se tiene. Como si estuvieran “los otros” y los que tenemos que decidir sobre la vida de “los otros”.
–¿Cómo se sale de ese modelo?
–Una cuestión clave es cómo se forma en las escuelas de Derecho: una cosa es enseñar que el Derecho es un conjunto de normas y otra cosas es decir que el Derecho es un discurso que da sentido y tiene que ver con las relaciones de poder en una sociedad. Puede querer preservar el estado de situación, pero reconoce subjetividades, identidades, voces. Los jueces somos un poder político y tenemos que saber esto. El Poder Judicial sigue teniendo estructura autoritaria y vertical, pero hay que generar espacios de discusión. Y democratizar implica también ir borrando marcas de la dictadura, todavía queda incluso mucha gente nombrada en esa época. Esto no es menor siendo que el Poder Judicial define el sentido de las reglas del Derecho. Tiene que tener un compromiso indiscutible con los derechos humanos, además de abrir el ingreso y no admitir ninguna forma de discriminación.
Fuente: Página/12

viernes, 22 de febrero de 2013

El impacto económico de la informalidad laboral

 
 
 
 
Más allá del debate ultramediatizado acerca del impuesto a las ganancias y su impacto en la cúpula de la pirámide salarial formal, incluso por sobre el desempleo que afecta al 6,9% de la PEA y el subempleo que impacta hoy sobre el 8,9% de la PEA , la persistencia de 33,7% de trabajadores informales es el problema central del mercado de trabajo en nuestro país. 
El gobierno nacional provocó 20 puntos de baja en la informalidad desde mayo de 2003 pero la tasa se muestra ahora inelástica . Cabe precisar en este sentido que muchas veces, los encadenados de valor de las grandes empresas suponen también núcleos de proveedores que promueven el trabajo informal. 
El caso de la industria textil es un ejemplo notable pero no único, donde las grandes marcas se proveen habitualmente mediante talleres clandestinos, con modalidades de trabajo informal muy extremas . 
Al respecto y sobre el impacto salarial del trabajo informal, leemos a Jorge Duarte, periodista especializado en temas gremiales / @ludistas
El panorama de 2013 se viene con la certidumbre de negociaciones paritarias complejas y con un mercado laboral con desigualdades importantes. La informalidad laboral, la precarización y las tercerizaciones son los ingredientes de un plato complejo.

Según las cifras oficiales difundidas por el Ministerio de Trabajo de la Nación, dentro del mercado laboral se encuentran un total de 15.913.400 personas ocupadas. De ese total, los trabajadores con aportes y beneficios sociales suman 10.553.566, es decir un 66,3% del total de personas ocupadas. Dentro de este grupo, los que se encuentran registrados en relación de dependencia suman 8,5 millones, mientras que los restantes son trabajadores cuentapropistas. Además, según estas cifras oficiales, los datos más alarmantes se vinculan a los que no entran en ese 66,3%. La cantidad de trabajadores no registrados en el país llegan a los 5.360.000 de personas. Estos números respaldan los análisis que expresan que un tercio de los trabajadores de la Argentina se encuentra dentro de la informalidad laboral.

Estar dentro de la masa del 33,7% de trabajadores no registrados representa bastante más que no tener aportes jubilatorios y cobertura social -lo que de por sí no es poco-. Las condiciones laborales de los trabajadores no registrados se encuentran muy por debajo de las condiciones laborales de los trabajadores que sí lo están. Esta desprotección en las condiciones en las que se desarrolla el empleo implica, en muchos sectores, mayores riesgos para la salud y mayores índices de insalubridad, ligado a la incapacidad de negociar mejoras por la condición precaria en la que se encuentran. Sin embargo, el problema también tiene un componente económico muy fuerte. Los salarios de los trabajadores no registrados son, aproximadamente, un 30% ( o más agregamos nosotros) menores  a los que perciben por el mismo trabajo quienes se encuentran registrados.

Para graficar el componente económico del impacto en el salario del trabajo no registrado, es útil recurrir a los datos presentados hace unos días por el Observatorio por el Derecho Social en el informe denominado: “Estado de vigencia de los Derechos Humanos de la clase trabajadora en la Argentina”. Según las cifras exhibidas, el promedio de las remuneraciones netas de los trabajadores registrados alcanza los $5.796 mensuales. Al incorporar a los trabajadores no registrados a la cuenta el monto desciende a los $3.707 mensuales. Ese es el impacto profundo que tiene el trabajo no registrado en el promedio de ingreso de los trabajadores y el que representa una condena a salarios muy bajos de aquellos que no se encuentran contenido por el “mercado laboral formal”.

Hay un componente fundamental que explica un promedio de salarios de los trabajadores ocupados de $3.707. Esto tiene que ver con que más del 40% de los trabajadores percibe de su ocupación principal un ingreso inferior al Salario Mínimo, Vital y Móvil. Esto se produce por situaciones de fraude laboral que esquivan hasta las pautas más básicas que regulan el empleo. Las carencias en los controles estatales y el propio Estado (ya sea nacional, provincial y/o municipal) empleando bajo condiciones informales son parte de este entramado irregular...

Fuente: Ramble Tamble

jueves, 21 de febrero de 2013

La crisis estructural: los imponderables de mediano plazo


Por Immanuel Wallerstein



He expresado previamente por qué pienso que el sistema-mundo capitalista está en una crisis estructural y por qué esto conduce a una lucha política a escala mundial por ver cuál de dos alternativas prevalecerá: una que tenga por resultado un sistema no capitalista, que retenga todos los peores rasgos del capitalismo (las jerarquías, la explotación y la polarización), u otra que siente las bases para un sistema basado en una relativa democratización y un relativo igualitarismo, un tipo de sistema que aún no ha existido.


Sin embargo, hay tres imponderables en el proceso de una transición sistémica. Éstos son tres fenómenos cuyas raíces yacen en los desarrollos históricos del sistema-mundo moderno y que podrían "explotar" en algún sentido en los próximos 20 o 40 años, en una forma en extremo destructiva, con consecuencias muy inciertas para la lucha política a escala mundial.

Estos tres imponderables son el cambio climático, las pandemias y la guerra nuclear. No son imponderables en cuanto a los peligros que entrañan para toda la humanidad. Son imponderables en cuanto al momento en que podría ocurrir cualquiera de tales desastres. Es extenso nuestro conocimiento acerca de ellos, pero hay tantas incertidumbres y diferencias de puntos de vista entre quienes han estudiado seriamente estos asuntos que no creo que podamos estar seguros qué es lo que ocurrirá exactamente. Discutamos uno por uno.

El cambio climático parece una realidad incuestionable, excepto para quienes rechazan esta realidad por razones políticas o ideológicas. Es más, todo lo que ha estado ocasionando el cambio climático de hecho se está acelerando en vez de amainar en velocidad. Las diferencias políticas entre los Estados más ricos y menos ricos en cuanto a lo que debería hacerse acerca del cambio climático parecen hacer inconseguible cualquier acuerdo que pudiera mitigar los riesgos.

No obstante, la complejidad ecológica de la Tierra es tan grande y estos cambios son tan extensos, que no sabemos qué clase de reajustes habrán de ocurrir. Parece claro que los niveles del agua subirán, ya están subiendo, y esto amenaza con inundar vastas extensiones. También es claro que las temperaturas promedio en varias partes del mundo cambiarán, ya están cambiando. Pero esto puede también tener el resultado de que ocurra un cambio en la localización de la producción agrícola y las fuentes de energía a zonas diferentes, de forma tal que podrían "compensar", en algún sentido, el agudo daño de otras zonas.

Lo mismo es cierto de las pandemias. Los enormes "avances" de la medicina mundial en los últimos 100 años o algo así, que parecen haber logrado controlar muchas enfermedades, han creado simultáneamente una situación en la que el enemigo más antiguo de la humanidad, los gérmenes, han encontrado nuevos modos de volverse resistentes y de crear nuevas clases de afecciones que nuestras fuerzas médicas hallan extremadamente difícil combatir.

Por otra parte, pareciera que estamos comenzando a aprender que los gérmenes pueden ser, en ocasiones, el mejor amigo de la humanidad. Una vez más nuestro conocimiento parecía enorme, pero una vez hecho y dicho lo necesario resulta que es lastimosamente pequeño. En esta carrera contra el tiempo, ¿qué tan rápido habremos de aprender? ¿Y qué tanto debemos desaprender para poder sobrevivir?

Por último está la guerra nuclear. He argumentado que habrá una proliferación atómica significativa en las décadas venideras. No veo esto como un peligro en términos de alguna guerra interestatal. De hecho, es casi lo contrario. Las armas nucleares son, en esencia, defensivas y, por tanto, reducen, no incrementan, la probabilidad de guerras interestatales.

No obstante, hay varios imponderables. Las motivaciones de los actores no estatales no son necesariamente las mismas. Y hay algunos, sin duda, a los que les gustaría apropiarse de esos armamentos (o de armas químicas o biológicas) y usarlas. Además, como muchos Estados tienen limitada capacidad para proteger tales armamentos de que se los apropie o los compre alguien, esto puede facilitar que los actores no estatales los adquieran. A final de cuentas, el uso real de tales armamentos yace necesariamente en las manos de algunos individuos. Y no podemos descartar nunca la posibilidad de que surja algún agente estatal "perverso", un Doctor insólito de ficción.

Es perfectamente posible que el mundo supere la transición global hacia un nuevo sistema mundo, o a sistemas, sin que ninguna de estas catástrofes ocurran. Pero también es posible que no lo logre. Y si no supera la transición es también posible que el nuevo sistema-mundo tome toda clase de medidas que reduzcan (o incluso eliminen) la probabilidad de que alguna de estas catástrofes ocurran.

Es obvio que no podemos simplemente sentarnos a ver qué va a pasar. Necesitamos emprender cualquier medida que podamos –en el inmediato presente– para minimizar la posibilidad de "explosión" de cualquiera de estos tres imponderables. Sin embargo, mientras nos encontremos en el moderno sistema-mundo es limitado lo que podemos lograr en lo político. Es por eso que les llamamos imponderables. No podemos estar seguros de que, de hecho, ocurrirán y cuál será el efecto que tendrán en la transición.

Permítanme clarificar lo que digo. Ninguna de estas peligrosas ocurrencias habrá de ponerle fin al proceso de transición estructural. Pero afectará seriamente el balance de las fuerzas políticas que luchan. Uno de los modos importantes en que puede reaccionar la gente ante estos peligros es irse para dentro con modos mucho muy proteccionistas y xenófobos, lo que fortalecerá la mano de aquellos que buscan crear un sistema opresivo (aun si éste es uno no capitalista). Ya vemos esta tendencia casi en todas partes. Esto significa que quienes busquen un sistema relativamente democrático y relativamente igualitario tienen que tornarse más claros acerca de lo que ocurre y trabajar más duro desarrollando estrategias políticas que contrarresten esta tendencia.


Fuente:IADE-Observatorio Económico Latinoaméricano (OBELA)
 

La Batalla de Salta




Fuente:Canal Encuentro

martes, 19 de febrero de 2013

“Clarín estuvo 40 años amasando los pensamientos fantasmales de la clase media argentina”

(TELAM).
En una extensa charla, repasa la historia del periodismo argentino, los dilemas del presente y los alcances de la ley de medios. El lenguaje en la comunicación y el riesgo de que sea dirigido por los aparatos de publicidad. Afirma que John William Cooke es un olvidado en la historia y que la Argentina atraviesa un momento de debate violento.
Desde el martes pasado, la Biblioteca Nacional llevará el nombre de Biblioteca Nacional Dr. Mariano Moreno. Horacio González afirmó al respecto que “en los pocos documentos que sobreviven (como el clásico texto de La Gazeta de Buenos Aires) muestran que él fue, en 1810, el fundador, de modo que es el único nombre que goza de unanimidad. Nadie podría sentirse incómodo”.
“Ustedes publicaron la semana pasada un discurso de Salvador Allende de 1972 donde denunciaba las tapas del diario El Mercurio en contra de su gobierno. Un texto que, de acuerdo a lo que ocurre aquí, parecería dicho hoy mismo. Es una tentación decir que la pelea entre los proyectos nacionales o populares y los monopolios mediáticos lleva medio siglo. El caso argentino es el que más avanzó, porque piensa en términos de una ley. Y comprobó lo difícil que es que tenga vigencia una ley aprobada por el Parlamento. Ahí se revelaría que el espacio de todo el espectro de los medios de comunicación es un lugar primigenio de las luchas políticas por la dirección de una sociedad”, dice Horacio González.
–¿Cuándo surge históricamente esta conciencia?
–Evidentemente, una buena historia del periodismo debería decirlo. La crítica política argentina, acentuado el caso del diario La Nación, tiene una notoria relación con las políticas de Mitre. Su partido, el Nacionalista, con intervenciones en las provincias y la Guerra del Paraguay, marca el modo en que se fue forjando el diario La Nación. Aparece una correlación bastante explícita.
–Sería casi una lucha de clases…
–Hay un trabajo importante de Ricardo Sidicaro, La política vista desde arriba, que es la historia del diario La Nación vista desde sus editoriales. Es el típico trabajo sociológico que le atribuye al editorial la orientación general del diario. El editorial sería lo que menos importa, aunque a veces sean escandalosos, estén escritos en prosa antigua, programática. El modelo comunicacional trascendió la línea editorial visible y sus líneas están puestas a través de toda clase de semiologías renovadoras, de las nuevas tecnologías y de implícitos que tienen que ver con un trabajo interno del lenguaje que en la vieja crítica de izquierda no tenía. Por ejemplo, el emporio Randolph Hearst provocó, en gran medida, la guerra de Estados Unidos con Cuba en 1898, y sostuvo la presencia norteamericana en la isla. Y el modelo de Hearst, inmortalizado por Orson Welles en El ciudadano, pasa un poco a la Argentina con Natalio Botana. Pero en realidad había, evidentemente, en el diario Crítica, algo que La Nación no tenía, que era una apuesta más audaz en materia cultural, configurando lo que Jacobo Timerman explotó a fondo en La Opinión, con posiciones de izquierda muy renovadoras.
–¿Usted cree que Crítica fue el primer intento mediático de abrir el universo del lector?
–Sí, tener un lector homogéneo era la base de la legitimidad del diario para La Nación, y eso era una concepción también del periodismo clásico. En el caso de Crítica, el lector popular había que crearlo. Lo que hizo Botana fue renovar el lector y eso influía en el modelo de noticia internacional, el modelo de editorial, el modelo de escritura, que permitía destacar a ciertos periodistas que gozaban del privilegio de la firma. En este caso, creo que el más notable periodista de la época fue Roberto Arlt, pero en el diario El Mundo, que también tenía esa particularidad, el permitir una firma de un columnista. La Nación sólo permitía firmar a los corresponsales en el exterior: José Martí, Rubén Darío, Leopoldo Lugones. Pero con Roberto Arlt por primera vez aparece como columnista firmante alguien que dice que la escritura de la novela y la escritura en general se escriben sobre un rollo de bobina de papel, asociando el estilo periodístico a la renovación de la novela.
–¿Es inevitable que un medio popular, como fue Crítica, como fue La Opinión, deba ser irremediablemente opositor al gobierno de turno?
–Los grandes diarios clásicos argentinos, los que más duraron, fueron golpistas. La Razón, históricamente, sirvió a los servicios de información del Ejército, de la SIDE. La Nación surge de una trama interna de la historia argentina, que es el establecimiento de ciertos criterios vinculados a la propiedad de la tierra, con la formación del ejército, al fin de las luchas civiles, de un mando único que se establecería en Buenos Aires a través de una clase social. Desde ese punto de vista, es producto de ese triunfo y le permite inventar la neutralidad periodística, la que representa el fin de las guerras civiles y que, por ello, el partido triunfador declara su pensamiento como tribuna de doctrina. Es decir, declara la nueva objetividad, por supuesto, ininvestigable. Esa objetividad es lo que el diario dice del país y de sí mismo. Es el juicio, en última instancia, de una sociedad. Y por lo tanto, no puede ser objetivo. Ese es uno de los grandes logros de La Nación. El problema es por qué el periodismo que surge del modelo de construcción nacional con el poder de largo plazo que se construyó en la Argentina se dirige a un lector que presuponen disconforme con el Gobierno y lo genera, disconforme también, como un lector ávido del folletín de la inestabilidad de los gobiernos: seguridad, corrupción, inflación. Esos son los grandes temas del folletín de Eugenio Cambaceres, también inventor del periodismo. Uno nunca vive tranquilo ni en su casa. Siempre hay algo peligroso en las ciudades. Uno diría que ahí está el periodismo oligárquico, que ve que el control social es posible y que el diario lo satisface con un conjunto de escritores que incluso pueden ser adversos. Por ejemplo, La Nación tuvo problemas con el gobierno fascista. No se sentía fascista el diario, sin embargo lo sigue publicando, no sin problema. No se siente incómodo con Martí. Y tampoco Martí se siente incómodo con La Nación, porque había triunfado como esa creatividad de la construcción nacional. Incluso el mitrismo le agrega detalles a esa construcción nacional. El voto a Alfredo Palacios en la primera elección de diputados sale con votos mitristas. La relación mitrismo y socialismo liberal, en el caso de Palacios es notoria, más allá de que Palacios excede con mucho a esa relación incluye también una cierta izquierda que acepta el planteo central de la construcción, el modelo de la inmigración. También lo acepta Juan B. Justo: si uno relee La Vanguardia, se puede pensar que es como La Nación, con noticias que ponen más énfasis en el Partido Socialista, pero es el mismo modelo de objetividad, el mismo modelo positivista liberal. Me faltaba decir esto de cómo aparece en el Nuevo Periodismo, que es el periodismo con crónica, de Walsh o de Truman Capote. El periodista no sólo aparece con firma, sino que aparece tomando el mismo riesgo de los dueños de esos diarios, que encabeza en la Argentina, notoriamente, Jacobo Timerman. Eso es un tema muy interesante. Después viene la saga de las revistas: la Qué de Scalabrini Ortiz, que era un desarrollista, y de Jauretche, que anuncia el fin de la contraposición civilización y barbarie encarnada en Frondizi. Jauretche lo anuncia ahí, impulsando un nuevo país donde el peronismo perturbaba, no las masas peronistas, que se tenían que hacer desarrollistas, sino un viejo exiliado. Jauretche y Scalabrini precisaban un nuevo periodismo más ágil, con un lector con menos tiempo para leer. Y eso ya estaba en Noticias Gráficas o en Clarín, con el formato tabloide. No en vano aparece el chiste desarrollista, que es la señora gorda, gorila y oligarca. No sólo no le gustan las masas populares, sino que no le gusta el peronismo ni el desarrollo económico. Landrú capta bien este prototipo contra el cual se dirige el desarrollismo. Ese desarrollismo incluye la revista Contorno, a los hermanos Viñas…
–¿Y a John William Cooke también?
–No, a Cooke lo influye el sartrismo, que es la relación que puede tener con los hermanos Viñas, pero más que nada con Rozitchner, con el cual sentía mucho en común. Cooke es el único político serio no desarrollista que tuvo el peronismo. Había mucho de revolucionario en su pensamiento, había otro sujeto social, y a Perón lo justificaba también como un mito reanimador de las masas, pero su escritura y su crítica a la tecnología, como político del peronismo, es casi inconcebible. Cuando critica el Plan Europa de reordenamiento del Ejército, que era un plan desarrollista típicamente, lo critica no sólo por militarista, sino por desarrollista, es decir, por dejar que la sociedad tenga un núcleo tecnológico capaz de regir todos los asuntos culturales, políticos. Cooke es un olvidado, no hay ningún lugar en el que la izquierda dura, clásica, intentara recurrir a Cooke. Claro, es un tipo inubicable, uno puede decir “el peronismo lo abandonó”, pero tampoco es tan cierto.
–¿Cooke interpelaría al peronismo actual?
–Bueno, es difícil hacer ese juego, porque en realidad el peronismo actual tiene muchas cosas del peronismo con el que él convivió y actuó. Basta ver la correspondencia, quizás la mayor pieza epistolar de la Argentina de Mariano Moreno en adelante. Incluso se podría decir que con el Plan revolucionario de operaciones, de Moreno, quedan algunas dudas. Dudas que no aparecen en los libros de Cooke. Hay en sus textos y en él mismo una ética de la Argentina que está rehaciéndose.
–¿Dónde, por ejemplo?
–En relación con el problema comunicacional, por ejemplo, la Fragata Libertad pasó a ser un poco incuestionable para el kirchnerismo y difícil de tomar para La Nación y Clarín porque es un episodio que terminó bien. Entonces critican formalidades, por qué la llevaron, la demora de la fiesta, el Himno. En el caso de Cristina, hace muchos años que no se recuerda al Almirante Brown. Y no recuerdo un presidente que citara la frase de San Martín de la Orden General del 18 de junio de 1819. Era una frase que usaban los Montoneros (pelearemos como nuestros paisanos los indios, en pelota). Hasta es un modelo épico que va a ser la nueva discusión en el país. La gran prensa no encontró la épica. La de Cristina tiene un cierto borde reconciliador.
–“Reconciliación” es una palabra que se usó demasiado para evitar profundos debates y también justicia.
–Está bien, más que reconciliación, veo un replanteo general de las relaciones entre las instituciones argentinas, y no excluyo ninguna épica, ni ninguna sacralidad. Es muy profundo ese tema, y esa profundidad se le escapa a la historia argentina.
–Usted mencionó hace poco que el país vive un momento de gran debate. Y utilizó la palabra “violencia” en ese debate.
–Sí, pero no para atemorizar a nadie. Este gran debate lo va a ganar quien pueda explicar mejor sus propios argumentos, y sobre la base de ello poder absorber mejor los otros. Los otros son aparatos culturales: La Nación es muy antigua, Clarín inventa personajes fortísimos. Por eso, cuando dice “acá piensan todos, del modo que quieran, y la pluralidad es posible”, no deja de ser cierto. Sólo que el colofón de eso se llama Clarín, que es como la superación del movimiento nacional peronista con todos sus chiches: “Este es de izquierda, este es de derecha, pero de Clarín somos todos”. Esa frase de Perón vale hoy para Clarín. Estuvieron 40 años amasando los pensamientos fantasmales de la clase media argentina.
–Y encarnando a la perfección esos valores, esas simbologías…
–Perfecto, porque además hoy, como Clarín tiene esa política, te habla en contra de la minería, te habla en contra de la soja (“y…, no es tan buena, fumigan y se mueren niños”), las comunidades originarias. Y nosotros hablamos menos de eso. Esto está por encima de la ley de medios. No sé qué tipo de lenguaje vamos a constituir para explicar situaciones intensas, ni qué legislación habría que hacer. En realidad, todavía no está visto cómo afecta al lenguaje la revolución tecnológica en el periodismo, y cómo afecta el lenguaje de las personas cuando describen su experiencia con despojamiento de metáforas, simbolismo y pudor. El pudor es una fuerza dramática, necesaria y democrática. Si se despoja el pudor también uno puede decir que puede perder cierta condición actoral, puede perder cierta condición actoral el lenguaje. Yo creo que una buena prensa revolucionaria, que revoluciona el género de la prensa, comienza a pensar el lenguaje de otra manera, no para no decir malas palabras, sino para demostrar que aún diciéndolas no rompiste el tabique entre las distintas formas de lenguaje que hay. Hay rupturas. La televisión la rompió porque el mercado obliga, supuestamente el mercado obliga a no decir “ahora uso el lenguaje un poquito más culto, y un poquito más abajo pongo el lenguaje soez”. No es tan así ahora. Por ejemplo, el lenguaje de Lanata es maravilloso, nadie le puede decir más nada, rompió todos los tabiques, habla de todas las maneras que se puede decir, aplica todas las frases de la ruptura, después otras más soeces, el tratamiento más despreciativo. Eso pasó un poco con el periodismo cuando en La Opinión apareció una carta de Alejandro Agustín Lanusse protestando por una nota. Era el presidente, y el periodista respondía con un “el lector Lanusse”. Ahí comienza una igualación que está bien, es decir, tratar de igual a igual, pero en la cual el periodista iba construyendo su propia figura. Por ejemplo, Lanata es una figura construida por encima de cualquier institución presidencial o institución política. Imaginate un concejal, un diputado, lo aplasta, no lo considera como un lector o como un televidente. Entonces, ahí se desequilibra a favor de un periodista comediante, con una gran capacidad agonística, donde además de que juega con su propia muerte, es un fenómeno relativamente nuevo en la Argentina. Que haya estado en contra de Clarín y ahora a favor de Clarín es casi una anécdota en relación a cómo se construyó ese modelo de superior, casi del periodismo clásico, porque a partir de ahí, ¿qué periodismo puede haber?
–¿Pareciera que hay una ruptura en la imposición de la agenda periodística por parte de los grandes medios. Por un lado, el hecho novedoso de una presidenta que sale a responderles, y por otro que a través de sus tapas y principales notas editoriales esos medios siguen las acciones del Gobierno.
–Sí, y hay cosas novedosas, como el caso Schoklender, donde podían afectar valores muy profundos de los derechos humanos. Y hacen varias cosas con eso. Afectarlos, porque no les interesa, o demostrar que se puede seguir por otra vía, pero no sé cuál sería la otra vía, pero en realidad al atacar a Hebe, con un tema muy delicado como es el tema Schoklender, o sea, se metieron en temas donde la sociedad progresista argentina, con un nuevo tipo de progresismo pensando en un nuevo tipo de familia, por ejemplo el tema del parricidio. Hebe es una persona muy peculiar, le interesan los temas. Es un tema que forma parte de ritos y tabúes muy profundos, y Hebe es una desarmadora de todo eso. Un personaje como Hebe es un rango permanente para desacreditar toda la política de derechos humanos, y al mismo tiempo, curiosamente, el personaje que más la sostiene con su sola presencia, ese es un tema muy fuerte…
–Sí, incluido ahora, además del caso Schoklender, el “vamos a ir a presionar a los jueces”.
–Sí, porque la cuestión de Hebe es muy fuerte porque se mueve sin la posición del Gobierno, porque piensa sin instituciones, y eso no ocurre en general con nadie que esté en la política, por ejemplo con los grandes luchadores del Premio Nobel, o Robert Cox. Los grandes liberales piensan con instituciones. Hebe piensa con una injuria que saldría del interior de las vísceras populares. Son todos temas que me parece que hay que pensar.
–Los otros días, en 6,7,8, usted volvió a refutar la demanda de los medios de comunicación, impuesta en los últimos años, del hablar sencillo, de utilizar un lenguaje accesible dirigido a comunicar a ese abstracto denominado la gente.
–El hablar sencillo no es la puteada permanente. Hay nuevas puteadas o injurias que hay que aprender el código bajo el cual se dicen. Yo me refería a que los medios, más allá o más acá de la ley de medios, porque eso tampoco está escrito en la ley, generan un modelo de espacio y de tiempo que genera una lengua, y genera el personaje que te dice “dígalo para la gente”, “tradúzcalo para que se entienda”… y ahí salen los modelos de divulgación, como el de Adrián Paenza, que es un modelo genuino de divulgación, me parece. Creo que todas las áreas artísticas y del conocimiento, todas tienen modelos de divulgación, que en todo caso también va a ser un nuevo debate. Por ejemplo, el canal Encuentro tiene grandes modelos de divulgación, ha encontrado una interesante veta de modelos de divulgación. Cuando ese modelo de divulgación no resulta atractivo ya es otro lenguaje que no se refiere al anterior de profundizarlo sino a un control social sobre el lenguaje. Y ese control social lo ejerce la televisión con el personaje que dice cuál es el nivel medio de comprensión de una sociedad, que está sometido a encuestas, está sometido a target, a estudios permanentes. Entonces, el modo que haya que hablar de aquí en adelante lo van a determinar las agencias de publicidad, o aún mejor dicho, estudios de mercado sobre la base de qué se entiende y qué no se entiende…
–Otro tema es la medición del tiempo de atención del televidente, y cuándo se dispersa y va a otro lugar…
–Esa medición habría que quitarla de circulación totalmente y reinventar la televisión. Por ejemplo, Clarín hace diez años tenía un sistema que les permitía anunciar cual era el promedio de cada nota, “lectura de esta nota: 3 min, 3 segundos”… ¿qué quiere decir eso? ¿A qué lector se dirigen?… ya no es el lector de Natalio Botana, ni de Sarmiento, ni de Mitre. No veo que esto se debata en ningún lado, y más bien cuando lo digo produce una cierta incomodidad, pero no puede ser que haya una ley de medios donde los modelos técnicos y del uso de la palabra sean iguales en todos lados. Una diferenciación interesante por la vía de los programas que están de acuerdo que rija enteramente la ley de medios puede ser tomar este tipo de audacia en el lenguaje. Por ejemplo, el tipo de sermón de Nelson Castro hereda el viejo pacto de la televisión con el evangelismo. El de Lanata no, porque es herético. Julio Blanck y Van der Kooy tampoco, porque es la picaresca porteña, los dos son dos pícaros que se miran, se guiñan, “y este, qué opina...”, “yyyy… ése más o menos, fíjese que…”, es el típico diálogo de un género… casi gauchesco, porque es una picaresca. Más allá de aceptar esto, porque el periodismo es la captación, el oído del lenguaje, el oído del lenguaje popular ya fue superado por la creación del lenguaje propio, que se basa en la medición de tiempo, espacio…
–¿Cómo ve a los medios públicos?
–Ha acertado con algunos aireados, como se dice, la Guerra del Paraguay, o el documental de Clarín, que estaba muy bien, y sin que lo tomen como vanidoso, el de Piglia, que se hizo entre la Biblioteca y el Canal, era una novedad, porque Piglia no dejó de decir nada que no diga en sus clases tal cual, y la escenografía, con un simulacro de clase, es interesante, porque el ambiente de la clase es lo más descriptivo de la historia de Occidente, no el set de televisión. Aunque el set se imponía sobre la clase, se trataba de recrear la clase.
–¿Qué piensa del debate sobre objetividad y periodismo?
–No es que piense que el periodismo no sea objetivo, todo lo contrario. Si leen los diarios del siglo XIX, eran facciosos. Con La Nación empiezan a no ser facciosos, porque Mitre ve que hay un triunfo tal que puede declararse objetivo, informar sobre tal o cual cosa en términos que hoy llamaríamos plurales. Pero un nivel de objetividad hay que restaurar, mínimo. Son acuerdos sociales, no puede haber medios de cada sector, es una facciosidad del siglo XIX. Como había muchos diarios, había 40 unitarios y 40 federales. También yo diría que gana la polémica el que pueda demostrar que lleva para sí un cierto tono de objetividad, que podés decir, la objetividad ya sabés que es una suma de decisiones de un grupo, y de victorias que se han conmemorado o no, que han sido aceptadas, pero de todas maneras eso tiene que existir.
–¿No falta abrir más espacios para debates públicos, políticos, culturales? En 6,7,8 abrieron un espacio en el que confrontaron de manera muy interesante Roberto Gargarella y Edgardo Mocca…
–Bueno, también está Beatriz Sarlo en 6,7,8, que fue un momento importante. Beatriz Sarlo es un tema muy difícil, porque es la máxima crítica cultural que hay en la Argentina, y su tarea casi primordial hoy es analizar toda la gestualidad, la simbología de la Presidenta, de una forma demoledora, entonces también si bien esos análisis los podés encontrar en Roland Barthes, tienen una potencialidad injuriante tan grande que te ponés a dudar, cómo sería un debate con una persona que tiene que ser del mejor nivel de exposición de oposición al Gobierno, pero justo retrata a la Presidenta como una figura más bien autoritaria, en un artículo señalaba cosas que normalmente a uno se le escapan… cuando decía, “a ver, vos…”, dos arquitectas… y en ese momento la veía como la dama que daba una orden restrictiva en nombre de la democracia. Como la democratización de las relaciones.
Fuente: Miradas al Sur

lunes, 18 de febrero de 2013

Cuatro lecciones


Por Atilio A. Boron *
La aplastante victoria de Rafael Correa, con un porcentaje de votos y una diferencia entre él y su más inmediato contendiente que ya hubieran querido tener Obama, Hollande y Rajoy, deja algunas lecciones que es bueno recapitular. Primero, y lo más obvio, la ratificación del mandato popular para seguir por el camino trazado pero, como dijo Correa en su conferencia de prensa, avanzando más rápida y profundamente. Sabe el reelecto presidente que los próximos cuatro años serán cruciales para asegurar la irreversibilidad de las reformas que, al cabo de diez años de gestión, habrán concluido con la refundación de un Ecuador mejor, más justo y más sustentable. En la conferencia de prensa ya aludida dijo textualmente: “O cambiamos ahora al país o no lo cambiamos más”. El proyecto de crear un orden social basado en el socialismo del sumak kawsay, el “buen vivir” de nuestros pueblos originarios, exige actuar con rapidez y determinación. Pero esto también lo saben la derecha vernácula y el imperialismo, y por eso se puede predecir que van a redoblar sus esfuerzos para evitar la consolidación del proceso de la “Revolución Ciudadana”. Segunda lección: que si un gobierno obedece al mandato popular y produce políticas públicas que benefician a las grandes mayorías nacionales –que al fin y al cabo de eso se trata la democracia–, la lealtad del electorado puede darse por segura. La manipulación de las oligarquías mediáticas, la conspiración de las clases dominantes y las estratagemas del imperialismo se estrellan contra el muro de la fidelidad popular. Tercero, y como corolario de lo anterior, el aplastante triunfo de Correa demuestra que la conformista tesis tan común en el pensamiento político convencional, a saber: que “el poder desgasta”, sólo es válida en democracia cuando el poder se ejerce en beneficio de las minorías adineradas o cuando los procesos de transformación social pierden espesor, titubean y terminan por detenerse. Cuando en cambio se gobierna teniendo a la vista el bienestar de las víctimas del sistema, pasa lo que ocurrió ayer en Ecuador: si en la presidencial de 2009 Correa ganó en la primera vuelta con el 51 por ciento de los votos, ayer lo hizo, con el recuento existente al momento de escribir esta nota (un 25 por ciento de los votos escrutados), con el 57 por ciento. En lugar de “desgaste”, consolidación y acrecentamiento del poder residencial. Cuarto y último: con esta elección se supera la parálisis decisional generada por una Asamblea Nacional que se opuso con intransigencia a algunas de las más importantes iniciativas propuestas por Correa. Si bien hay pocas cifras disponibles al respecto, no caben dudas de que Alianza País tendrá la mayoría absoluta de los asambleístas y con chances de alcanzar una representación parlamentaria que le permita contar con una mayoría calificada de dos tercios.
Conclusión: los tiempos han cambiado. La ratificación plebiscitaria de un presidente que precipitó un formidable proceso de cambios sociales y económicos dentro del Ecuador, que protagoniza la integración latinoamericana, que incorporó su país al ALBA, que puso fin a la presencia estadounidense en la base de Manta, que realizó una ejemplar auditoría de la deuda externa reduciendo significativamente su monto, que le otorga asilo a Julian Assange y que retira al Ecuador del Ciadi, no es algo que se vea todos los días. ¡Felicitaciones Rafael Correa, salud Ecuador!
* Director PLED, Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini.
Fuente: Página/12

domingo, 17 de febrero de 2013

El “cacerolazo” del 8 de noviembre Interpretaciones por Norma Giarracca - Miguel Teubal - Tomás Palmisano - Julieta Godfrid - María de la Paz Acosta



 





 La especificidad del "cacerolazo" del 8 de noviembre de 2012 es de difícil categorización. Tiene complejas condiciones de contorno que lo diferencia de otras protestas, sobre todo de las ocurridas durante 2001-2002. Después de una elección donde la presidenta Cristina Kirchner logra el 54% de los votos, el gobierno despliega políticas públicas que irritan sobre todo a los sectores medios de la sociedad. Asimismo una decisión de la Corte Suprema de Justicia pone en la agenda pública la posibilidad de la aplicación plena de la Ley de Medios Audiovisuales y esto profundiza el enfrentamiento del grupo mediático y concentrado Clarín con el Gobierno. Los sectores medios muestran disconformidades desde mediado de año hasta que finalmente salen masivamente a comienzos de noviembre. En este trabajo se indagan las razones de esta salida masiva y se busca comprensión de una preocupación institucional que aparece en los manifestantes muy relacionada con los discursos de políticos y medios opositores.

El anexo puede consultarse AQUÍ

Artículo publicado en Realidad Económica Nº 272 - 16 de noviembre de 2012


Mercosur, Europa y la historia de un amor contrariado


La opinión de Cledis Candelaresi, Prosecretaria de Redacción
Mercosur, Europa y la historia de un amor contrariado
Mercosur, Europa y la historia de un amor contrariado
Ninguna sociedad protectora de animales podría recriminarle a Europa no hacer lo suficiente para cuidar a otros seres vivos, incluidos los que tienen por único fin alimentar a los humanos: en el Viejo Continente hay normas específicas para proteger el bienestar animal. Estas leyes contemplan hasta que quienes manipulan esos bienes muebles puedan atender y prevenir “el dolor y la angustia” de vacas, cerdos o pollos. Pero esa atención altruista y casi conmovedora se transforma rápidamente en una barrera paraarancelaria que impide la compra de carne proveniente de otros países, si estos proveedores no se ajustan a esas estrictas pautas de cuidado de los mamíferos o aves cuyo fin es el matadero.
Europa destina anualmente varias decenas de millones de euros para subsidiar a los productores de ganado, sólo bajo aquel particular concepto. Apenas un ejemplo de la artillería de voluminosas subvenciones con que ampara tanto a la producción primaria como a la industria de la competencia externa. Y no se trata de un continente particularmente protector.
En rigor, es difícil encontrar un país que no apele al ingenio para evitar que sus productores soporten el mal trago de competir y el riesgo de perder mercado. Por liberal que sea su prédica.
Bajo esta idea hay que considerar el complejo derrotero que tuvo el intento de firmar un acuerdo comercial entre la Unión Europea y el Mercosur desde hace más de quince años, por ahora infructuoso. La frustración se hizo más patente en diciembre pasado cuando la Unión Europea se unió a México, los Estados Unidos y Japón para reclamar a la Organización Mundial de Comercio que conforme un panel para expedirse sobre la supuesta ilegitimidad de las últimas medidas locales para limitar las importaciones, algo que los denunciantes ya habían planteado meses antes a modo de consulta.
Pero esta tensión con Buenos Aires está lejos de ser “el” motivo por el cual no se pudo celebrar un pacto comercial en años, instrumento que ambas partes desean genuinamente, aunque con móviles diferentes. La Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay reclaman, prioritariamente, el desmantelamiento de los subsidios con los que los europeos fortalecen básicamente a su producción primaria, aquella en la que éstos países tienen una ventaja comparativa indudable. Los otros exigen que se flexibilicen estas fronteras para sus bienes industriales y servicios. No hubo oferta que arrimara lo suficiente a las partes.
Ni buenos ni malos
Según un comunicado que la UE emitió en diciembre, la Argentina violó las pautas de la OMC tanto con la aplicación de las licencias no automáticas como con la declaración jurada anticipada de importación. Más allá de las medidas en sí mismas, la objeción se centró en la forma de aplicarlas, por su presunta discrecionalidad y excesiva dureza.
En el 2011 los permisos para importar habrían afectado las importaciones de la UE al país por 500 millones de euros, según calculó la Unión en un comunicado aclaratorio emitido el 6 de diciembre. Sin embargo, la ampliación de restricciones que tuvieron lugar el año pasado habría hecho que el comercio “potencialmente” perjudicado ascendiera a 8.300 millones. “Si otros miembros de la OMC adoptaran también este tipo de medidas discriminatorias, se le haría al comercio y al crecimiento mundial un daño demoledor”, sentencia el texto.
Sin replicar aquel cálculo o este dicho, vale poner sobre la mesa al menos otras dos cuestiones.
La malla que usan los europeos para protegerse quizás sea tan dañina como la conjunción de DJAI y los denostados permisos de importación. Al generoso esquema de subsidios, básicamente orientado a la producción agrícola, se agregan los aranceles escalares (son más altos en la medida que el producto que se quiere frenar tiene más valor agregado) y los célebres filtros paraarancelarios que asumen formas de lo más diversas.
Otro punto visible es que si bien Europa necesita más que nunca abrir mercados para su producción, su anhelo parece centrado en preservar la renta de sus inversiones más que en ampliar el horizonte exportador. Respecto de la Argentina, el mayor desvelo (no sólo español) es cerrar la reestatización de acciones de YPF en manos de Repsol cobrando una indemnización y evitar el precedente de una nacionalización sin resarcimiento.
Ya lo dijo sin vueltas Tomás Duplaa del Moral, director de la UE para América latina en vísperas de la cumbre de Santiago. “La región sigue siendo un destino atractivo para las inversiones. Pero todos los obstáculos a la renta son desalentadores”. El sayo – recriminación por tomar medidas que incomodan al capital– le cabe también a Venezuela, recién incorporada al bloque sureño y muy activa en fijar pautas que modifican el marco de los negocios privados. Finalmente, Europa es la principal inversora externa de la región: 400.000 millones de euros, lo que equivale al 43% del capital foráneo acumulado en las últimas décadas.
Ni contigo, ni sin ti
Las discusiones con el Mercosur para cerrar un acuerdo -- que ahora Dilma Rousseff se esmera por reactivar-- se reanudaron en el 2010 después de una parálisis de seis años.
Hace dos se estuvo más cerca de una fumata, cuando se intentó seducir a Europa con la posibilidad de que sus empresas participaran en las grandes licitaciones de obras públicas de Brasil con miras a los eventos deportivos del 2014 y del 2016, así como en la exploración petrolera offshore en condiciones similares a las de firmas de la región. O con la promesa de que sus terminales pudieran vender partes y piezas a la Argentina sin aranceles al término de cierto tiempo. Por su lado, los europeos deberían abrir las puertas a alimentos procesados y otros productos regionales que no consiguen perforar aquellas fronteras.
La rúbrica finalmente abortó y ahora el escenario global cambió. Nadie puede aseverar si para bien o para mal.
Fuente: BAE

jueves, 14 de febrero de 2013

La renuncia del Papa se coló en las elecciones

La sorpresiva renuncia de Benedicto XVI tuvo un fuerte impacto en la política italiana, a días de las elecciones. Si bien nadie puede asegurar la influencia de esta dimisión en los votos, la precaución con la que todos los candidatos se manifestaron demuestra la considerable influencia que todavía mantiene la Iglesia Católica.


Los italianos son muy afectos a las teorías conspirativas y la política es uno de los mejores terrenos para desarrollarlas a pleno.  No es casual, quinientos años después de que Nicolás Maquiavelo publicara Il Principe -su gran tratado de teoría política- que algunas de sus ideas mantienen una extraordinaria vigencia. Por ello no extraña que al conocer la noticia de la renuncia del Papa Benedicto XVI casi todos se preguntaran ¿por qué hizo el anuncio ahora a tan sólo dos semanas de las elecciones? ¿No podía esperar? Una pregunta lógica, sin dudas, pero que en plena campaña electoral tiene un profundo sentido político ya que nadie sabe si dicha decisión buscó influir sobre el voto, o simplemente fue una mera casualidad. Si bien es cierto que no existe un partido que represente específicamente a los cristianos como supo serlo la Democracia Cristiana años atrás, cualquier movida del Papa -o del Vaticano como institución- tiene un gran impacto, más cuando es sorpresiva. Tampoco hay que olvidar los vínculos existentes con los políticos ya que son públicos. A nadie se le escapa la relación privilegiada del Vaticano con el primer ministro Mario Monti, los cortocircuitos con Silvio Berlusconi, o la desconfianza hacia muchos líderes del Partido Democrático (PD) que provienen de las filas del Partido Comunista.
"Si bien es cierto que no existe un partido que represente específicamente a los cristianos, cualquier movida del Papa -o del Vaticano- tiene un gran impacto, más cuando es sorpresiva. Tampoco hay que olvidar los vínculos existentes con los políticos ya que son públicos."

A tan pocos días de las elecciones es inevitable que cada uno analice al detalle la reacción de los otros candidatos frente a un hecho que trasciende el mundo católico. Es así que en las filas de Berlusconi cundieron las teorías conspirativas según las cuales la dimisión lo favorecería a Monti dadas las buenas relaciones de éste con el Vaticano. También es verdad que la mayoría de los dirigentes políticos prefirieron ahora olvidar todo aquello que se decía del Cardenal Ratzinger cuando fue electo Papa y era considerado un candidato conservador que había tenido vínculos con el nazismo en su juventud. En aras de no perder votos seguramente es mejor no recordarlo. Pier Luigi Bersani -candidato del PD y ex militante del Partido Comunista- se sumó al coro de los que elogiaron al Papa por su decisión histórica y porque “es un gran teólogo que puso la teología al servicio de la iglesia”.  De todas maneras alertó que no había que “mezclar la campaña electoral con la dimisión del Papa Benedicto XVI”.

¿Es inevitable la influencia de la renuncia del Papa sobre el voto? Nadie lo sabe y ni siquiera las encuestadoras que salieron a medirlo inmediatamente se animan a asegurarlo con certeza. Pero todos saben que cada voto cuenta, y las Iglesia católica todavía tiene una considerable influencia como para que salgan a criticar a un Papa que se va unos días antes de las elecciones. 
Fuente: Telam